Queridos hermanos religiosos y laicos de la Familia pavoniana:
Estamos finalizando el año 2015. Seguro que ha sido un año repleto de acontecimientos y situaciones personales y comunitarias muy variadas. Seguramente hemos vivido momentos alegres y momentos tristes: todo forma parte de la vida y, aun no entendiendo algunas situaciones, debemos dar gracias a Dios por el tiempo que nos ha regalado.
Cuando comenzamos el año hicimos muchos propósitos; unos los habremos cumplido y otros no. Debemos hacer una evaluación personal y comunitaria sobre cómo ha transcurrido este año y si hemos crecido como personas, como cristianos y como pavonianos, o si, por el contrario, hemos seguido dejando pasar el tiempo esperando quizá tiempos mejores.
Decimos en España: “año nuevo, vida nueva”. Nace en nosotros el deseo de mejorar en todo. Nosotros sabemos cómo somos y que nuestra vida mejora si nos dejamos reconquistar cada día por Cristo, si nos dejamos interpelar continuamente por la Palabra de Dios que sigue queriendo hablarnos al corazón, si crecemos en humanidad y adquirimos un corazón misericordioso como el de nuestro Padre, si nos reapropiamos del carisma pavoniano y desde él damos respuesta a los desafíos de los niños y jóvenes más necesitados de hoy y si nuestro estilo de vida se hace propuesta vocacional a la vida pavoniana sea religiosa que laical. Pidamos al Señor al comienzo de este nuevo año que nos haga salir de la rutina, de la acedia, de la comodidad, del miedo que a veces nos paralizan en una vida mediocre.
Nuestra actitud debe ser la de los Reyes Magos que sienten la necesidad de buscar al Señor y que una vez encontrado y adorado, vuelven a sus quehaceres por otro camino, es decir de manera renovada. Estoy seguro que sus vidas no volvieron a ser como antes, todo cobró sentido, todo se llenó de alegría y entusiasmo, la vida ordinaria comenzó a ser algo extraordinario.
Estamos viviendo el año de la misión pavoniana confiada a la Familia pavoniana. El Documento capitular nos dice:
“Se necesitan religiosos y laicos capaces de entusiasmar, de fascinar, de testimoniar con la propia vida la belleza del carisma pavoniano”. (DC 4, 2.1)
En el Documento capitular del 2008 en el n. 1.2.a, leemos: “Si queremos recuperar la frescura de los orígenes, tenemos que, como se nos ha pedido por parte de los laicos de la Familia pavoniana, reapropiarnos de nuestro carisma, pasando de una simple gestión y animación de las actividades a un efectivo “estar con” los muchachos que implique a toda la comunidad, religiosos y laicos, y se exprese en una actitud de entusiasmo, de participación y de corresponsabilidad”. Es algo que yo sigo oyendo frecuentemente cuando visito las diversas realidades de la Familia pavoniana. Los laicos nos dicen: “sed pavonianos”, “vivid como tales según el carisma recibido”, “enseñadnos el espíritu de familia hecho vida”, “tened pasión educativa”, “preferid y dedicad vuestra vida a los niños y jóvenes más necesitados”, “no nos pidáis a nosotros lo que vosotros muchas veces no hacéis”, “vamos a caminar juntos unidos por el carisma recibido”, “con un carisma tan bello y tan actual, ¿por qué no se nos une más gente?”, “¿dónde han ido a parar la alegría y el entusiasmo de la vocación pavoniana?”. Todo esto nos debe hacer reflexionar a todos.
El Documento capitular de 2014, en el n. 5, nos habla de visibilidad eclesial, es necesario que en la Iglesia y en el mundo de hoy se nos perciba como pavonianos por lo que somos y por lo que hacemos. Se nos habla de ser creíbles a partir de nuestra propia identidad, de ser fiables en la misión que desarrollamos. Se nos pone en guardia ante la homogeneidad imperante que tiene como efecto una mediocridad en nuestro estilo de vida. La Regla de vida nos dice: “La fidelidad al Fundador y la constante tradición pavoniana nos impulsan a dirigir nuestra acción educativa y apostólica con absoluta prioridad hacia los muchachos y jóvenes pobres” (RV 185). Esto quiere decir que los niños y jóvenes necesitados deben estar en el centro del corazón de los pavonianos, no es algo marginal, es algo fundamental. Si esto es así, debemos preguntarnos: ¿por qué, a veces, nos cuesta tanto estar con los jóvenes?, ¿por qué hemos ido perdiendo por el camino lo que nos es propio?, ¿por qué nos hemos dedicado tanto a tareas de gestión y dirección desde los despachos, dejando la tarea educativa para otros que decimos, para tranquilizar nuestra conciencia, están más preparados que nosotros?, ¿por qué nos hemos clericalizado tanto y los jóvenes que se unen a nosotros aspiran a ser sacerdotes, a hacer bonitas y pomposas ceremonias y no a estar entre los muchachos?, ¿por qué la figura del hermano laico no es valorada y se ve como una vocación menor?, ¿por qué descuidamos las tareas asistenciales y ser familia con los muchachos y jóvenes pobres? Es verdad que estar con los muchachos cuesta esfuerzo, requiere generosidad, disponibilidad y constancia, requiere perder esos espacios privados que nos hemos creado con el pretexto de autorrealizarnos. Es verdad que siento decir que nos cuesta por edad, cultura y mentalidad, que ya no conectamos con los jóvenes, que no entendemos su lenguaje ni su manera de pensar y ver la vida, pero no es menos verdad que cuanto más lo dejemos será más difícil.
Veo con satisfacción que en algunas partes la dedicación a los niños y jóvenes necesitados es encomiable y esto hace que tengamos esperanza. La presencia constante y operante entre los jóvenes nos ayuda a mantenernos en sintonía con ellos, con su mentalidad y a saber qué nos están demandando, aumenta nuestro entusiasmo y nuestra alegría.
Quiero hacer una exhortación a religiosos y laicos: no olvidemos el carisma recibido, nosotros hemos nacido para hacer experimentar a los jóvenes más necesitados la misericordia, el amor y la predilección de Dios hacia ellos. No olvidemos que el p. Pavoni funda la Congregación para dar continuidad a su obra, mejor dicho la obra de Dios en él, es decir el Instituto de San Bernabé. No olvidemos que la Iglesia y el mundo de hoy esperan nuestra aportación pavoniana. Debemos ser fieles al carisma recibido desde la creatividad, escuchando siempre el clamor de los jóvenes más necesitados.
No quiero olvidar los otros aspectos integrantes de nuestro carisma, los sordos, el campo editorial y la estampa, el ministerio pastoral, todo esto debemos hacerlo con verdadera pasión pavoniana.
Muchos me preguntan cuándo será canonizado el Beato Ludovico Pavoni, siempre contesto que cuando Dios quiera, espero sea pronto, pero que Pavoni debe ser santo en nosotros porque nos dedicamos a poner en práctica lo que él nos ha dejado como herencia, si avanzamos en el camino de la santidad personal y comunitaria y si nos queremos de verdad como hermanos.
Agenda del mes de enero
- Del 28 de diciembre al 4 de enero: Encuentro europeo de la comunidad de Taizé; participan algunos jóvenes de la Provincia Española.
- 2-3 de enero: Retiro vocacional en la Capuchina de Longo.
- 8-9 de enero: Consejo general extenso en Monza.
- 10 de enero: Consejo general también en Monza.
- 26-28 de enero: Jornadas de formación para superiores y vice superiores de la Provincia Italiana en Longo.
- 31 de enero: jornada de la misión pavoniana en la Provincia Italiana.
Pongo el camino de nuestra Familia bajo el manto de la Virgen Inmaculada, reina de la paz y del Beato Ludovico Pavoni.
Un abrazo y feliz y fructuoso 2016.
Bilbao, 30 de diciembre de 2016
Ricardo Pinilla Collantes