Queridos hermanos religiosos y laicos de la familia pavoniana:
Este mes de diciembre está marcado por diversos acontecimientos muy significativos para nuestra familia y para la Iglesia entera: tiempo de adviento, solemnidad de la Inmaculada, comienzo del jubileo extraordinario de la misericordia y la natividad del Señor. Son todos acontecimientos que deben ayudarnos en nuestro seguimiento de Jesús como hijos del p. Pavoni.
– Tiempo de adviento: sabemos que es un tiempo de preparación para celebrar el nacimiento de Jesús, don de Dios para la humanidad. Él viene a decirnos que Dios es amor y sigue acompañando el camino de esta humanidad con predilección y misericordia. Debemos limpiar nuestro corazón de todas las cosas que impiden que Dios tome posesión de nuestra vida y así poder ser expresión de la luz de Dios en medio de tantas tinieblas que oscurecen el mundo y la vida de tantos hombres y mujeres hermanos nuestros. Los verbos más repetidos en este tiempo son: vigilad, preparad, allanad, acoged, esperad, escuchad, abrid los ojos, los oídos y el corazón… Son todos ellos un programa de vida personal y comunitaria.
– Solemnidad de la Inmaculada: Dios escoge a María sin pecado para ser la madre del Redentor de los hombres. María es la persona de la cual Dios se sirve para revelar el amor y la misericordia infinitos hacia la humanidad en la persona del Hijo. Dios quiere servirse de cada uno de nosotros para hacer visible, en este tiempo de la historia, que sigue amando y mirando con ojos de misericordia a esta humanidad. En este día hay religiosos que renuevan sus votos temporales, otros que hacen su profesión perpetua, otros que renovamos nuestros votos de manera devocional y laicos asociados que hacen o renuevan sus promesas, cada uno de nosotros debe pensar que este es un compromiso con Dios y con el mundo de ser expresión de su misericordia con el corazón de Pavoni.
– Natividad del Señor: celebración que está en el corazón de la fe cristiana. Dios no abandona a la humanidad ni al mundo en manos del pecado y de las tinieblas, sino que se hace luz y salvación a través de su Hijo hecho hombre como nosotros. Jesús es la prueba evidente del amor de Dios. Vivamos este tiempo en actitud de agradecimiento y contemplación del amor de Dios hecho carne por nosotros. Que Jesús nazca en nuestro corazón para que podamos darlo al mundo como esperanza y alegría para todos.
– Jubileo extraordinario de la misericordia: el Papa Francisco ha querido convocar este año extraordinario porque está convencido de que la misión de la Iglesia es testimoniar la misericordia y el amor de Dios hacia todo lo creado. Esta convicción le nace de la lectura y meditación de la Palabra de Dios que nos revela un Dios “misericordioso y clemente, lento a la cólera y rico en amor y fidelidad” (Ex 34, 6), y que Jesús nos desvela con sus gestos y enseñanzas. Sería bueno y conveniente leer y comentar en comunidad la bula “Misericordiae Vultus” con la cual se convoca el año del jubileo extraordinario de la misericordia.
1. Ludovico Pavoni, expresión de la misericordia de Dios para los muchachos y jóvenes necesitados
Cuántas veces Ludovico Pavoni habrá leído y meditado este texto: «Dijo Yahveh: “Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos. He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa”» (Ex 3, 7). Pavoni cree en un Dios que ve, que escucha, que conoce la realidad de su pueblo y que da un paso hacia adelante para socorrer. También Pavoni ve, escucha y conoce la situación de necesidad y el naufragio de tantos niños y jóvenes de su tiempo y, haciendo de su vida una ofrenda a Dios, se lanza a paliar con todas sus fuerzas la necesidad de esos muchachos y jóvenes. No se queda en pura teoría, en programaciones y palabras bonitas, sino que se convierte en expresión concreta del amor y la misericordia de Dios para ellos. Nosotros ¿En qué Dios creemos? ¿Creemos en un Dios que prefiere a los pequeños y a los pobres y necesitados o en un Dios que quiere sacrificios y ofrendas? Recordemos que al final de la vida Dios nos preguntará cuánto hemos amado y servido a los más necesitados (Mt 25). ¿En qué gastamos nuestro tiempo? ¿En buscar nuestro bienestar o en ayudar a los más necesitados? ¿Estamos muy ocupados en mirar nuestro propio ombligo o en ayudar a los que más necesitan de nuestro carisma? ¿Qué ha pensado hacer o esta haciendo nuestra comunidad con el tema de los jóvenes refugiados?
2. La Familia pavoniana necesita vivir en profundidad este año jubilar y apostar por la misericordia
Tenemos necesidad de experimentar existencialmente la misericordia y el amor de Dios hacia nosotros y ser expresión de esa misericordia para todas las personas que encontramos en el camino de nuestra vida. Aprovechemos este año jubilar para revisarnos a nosotros mismos y nuestras fraternidades. No dejemos pasar el año hablando de la misericordia de Dios en Jesucristo para los demás, sin aplicarlo a nosotros mismos. El Papa habla de camino, de peregrinación, pongámonos en camino hacia los brazos del Padre que nos espera para abrazarnos y restaurar nuestra dignidad y pongámonos en camino hacia nuestros hermanos haciendo del encuentro un lugar de perdón, de misericordia y de amor.
Tener el corazón transparente. Cambiamos de vida cuando cambiamos el corazón, cuando, al fin, nos decidimos a dejar que Jesús habite en él y amamos, o lo intentamos, de forma entregada, gratuita y compasiva. Es el ejercicio del amor el que nos hace misericordiosos.
Leamos el texto de Lc 7, 36-50.
―Simón representa al mundo fariseo, divide el mundo en buenos y malos y es la expresión de un prejuicio excluyente. Debemos superar los prejuicios que representan nuestros miedos, nuestro temor a ser juzgados, incomprendidos, apartados... Juzgar en la distancia, sin comprometemos, sin decir ni hacer nada, es más fácil que comprometerse con el otro, con su vida y con su propio dolor, con su incapacidad para moverse en la dirección del encuentro liberador. ¿Tenemos prejuicios hacia nuestros hermanos? ¿Tenemos voluntad de superarlos? ¿Tenemos la voluntad de acercarnos al otro como a un hermano, o nos puede la indiferencia o el rechazo?
― Jesús, por el contrario, acoge y perdona a todos, porque conoce el corazón del hombre y sabe esperar y dar una nueva oportunidad. Abrir el corazón es la condición de una fraternidad capaz de reencontrarse a sí misma, de curar sus heridas y de poner paz en sus relaciones. Abrir el corazón no puede ser sólo un acto de buena voluntad que, fácilmente, nos decepciona y nos sumerge en un silencio mayor. ¿Nos dejamos tocar por Dios que nos cambia el corazón, o por el contrario somos tibios cuando no fríos? Dios nos transforma si nosotros nos dejamos.
― La mujer pecadora expresa una firme voluntad de reconciliación. Representa esta firmeza, alimentada en lo profundo del corazón. No era fácil entrar en casa de Simón y, menos aún, echarse a los pies de un hombre santo... Su decisión y sus lágrimas, más allá del qué dirán, representa lo mejor del corazón humano: la capacidad de ser uno mismo, libre de juicios y de condenas; la capacidad de asumir el riesgo y de enfrentar el aparente fracaso. El gesto de la mujer expresa este deseo de reconciliarse consigo misma, de poner su miseria al descubierto, de marcar una nueva frontera, un espacio de libertad, donde al fin pueda ser ella misma. ¡Qué lección nos da esta mujer!, tiene voluntad de cambiar y acude a la única fuente que es Jesús. ¿Cuánto hay de inercia en nuestra espiritualidad y fe? ¿Cuánto dejamos que la relación con Jesús cambie nuestra vida? ¿Nuestra vida camina paralela a la fe sin encontrarse?
Elegir la misericordia. Es la gran lección de Jesús en una historia que es narrada como una parábola misericordiosa. Alguien tiene que romper el círculo de la exclusión. Y, para ello, no cabe otro camino que optar por la misericordia, aunque esta nos cause dolor. Dar el primer paso en el camino de la reconciliación es siempre doloroso, pero profundamente sanador. Los dolores que nacen del ejercicio de la misericordia son los únicos que merecen la pena, pues dan la medida de nuestra humanidad, de nuestra capacidad de cauterizar la crueldad y de amar más allá de nosotros mismos.
Agenda del mes de diciembre
― 9 de noviembre comienzo de la novena de la Inmaculada;
― 2-12 de diciembre, visitaré la comunidad de Saaba en Burkina Faso;
― 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada. Renuevan sus votos los hermanos de Brasil, Méjico, Colombia, Eritrea, Italia. Emiten su profesión perpetua los hermanos Yemane y Woldeab de Eritrea y renuevan sus promesas los laicos asociados;
― 12 de diciembre presentación en Monza del libro de la Señora Clelia Farina y Luigi Pietro María Colombo ti tulado: Gli Artigianelli Pavoniani in Monza;
― 28-4 de enero, encuentro Europeo de la comunidad de Taize. Participarán algunos jóvenes Españoles.
Pongo el camino de nuestra familia bajo la protección de la Virgen Inmaculada nuestra querida Madre y de nuestro Beato Fundador Ludovico Pavoni.
Un abrazo fraterno y siempre agradecido
Tradate, 30 noviembre de 2015
Ricardo Pinilla Collantes
Queridos hermanos religiosos y laicos de la familia pavoniana:
Este mes de diciembre está marcado por diversos acontecimientos muy significativos para nuestra familia y para la Iglesia entera: tiempo de adviento, solemnidad de la Inmaculada, comienzo del jubileo extraordinario de la misericordia y la natividad del Señor. Son todos acontecimientos que deben ayudarnos en nuestro seguimiento de Jesús como hijos del p. Pavoni.
– Tiempo de adviento: sabemos que es un tiempo de preparación para celebrar el nacimiento de Jesús, don de Dios para la humanidad. Él viene a decirnos que Dios es amor y sigue acompañando el camino de esta humanidad con predilección y misericordia. Debemos limpiar nuestro corazón de todas las cosas que impiden que Dios tome posesión de nuestra vida y así poder ser expresión de la luz de Dios en medio de tantas tinieblas que oscurecen el mundo y la vida de tantos hombres y mujeres hermanos nuestros. Los verbos más repetidos en este tiempo son: vigilad, preparad, allanad, acoged, esperad, escuchad, abrid los ojos, los oídos y el corazón… Son todos ellos un programa de vida personal y comunitaria.
– Solemnidad de la Inmaculada: Dios escoge a María sin pecado para ser la madre del Redentor de los hombres. María es la persona de la cual Dios se sirve para revelar el amor y la misericordia infinitos hacia la humanidad en la persona del Hijo. Dios quiere servirse de cada uno de nosotros para hacer visible, en este tiempo de la historia, que sigue amando y mirando con ojos de misericordia a esta humanidad. En este día hay religiosos que renuevan sus votos temporales, otros que hacen su profesión perpetua, otros que renovamos nuestros votos de manera devocional y laicos asociados que hacen o renuevan sus promesas, cada uno de nosotros debe pensar que este es un compromiso con Dios y con el mundo de ser expresión de su misericordia con el corazón de Pavoni.
– Natividad del Señor: celebración que está en el corazón de la fe cristiana. Dios no abandona a la humanidad ni al mundo en manos del pecado y de las tinieblas, sino que se hace luz y salvación a través de su Hijo hecho hombre como nosotros. Jesús es la prueba evidente del amor de Dios. Vivamos este tiempo en actitud de agradecimiento y contemplación del amor de Dios hecho carne por nosotros. Que Jesús nazca en nuestro corazón para que podamos darlo al mundo como esperanza y alegría para todos.
– Jubileo extraordinario de la misericordia: el Papa Francisco ha querido convocar este año extraordinario porque está convencido de que la misión de la Iglesia es testimoniar la misericordia y el amor de Dios hacia todo lo creado. Esta convicción le nace de la lectura y meditación de la Palabra de Dios que nos revela un Dios “misericordioso y clemente, lento a la cólera y rico en amor y fidelidad” (Ex 34, 6), y que Jesús nos desvela con sus gestos y enseñanzas. Sería bueno y conveniente leer y comentar en comunidad la bula “Misericordiae Vultus” con la cual se convoca el año del jubileo extraordinario de la misericordia.
1. Ludovico Pavoni, expresión de la misericordia de Dios para los muchachos y jóvenes necesitados
Cuántas veces Ludovico Pavoni habrá leído y meditado este texto: «Dijo Yahveh: “Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos. He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa”» (Ex 3, 7). Pavoni cree en un Dios que ve, que escucha, que conoce la realidad de su pueblo y que da un paso hacia adelante para socorrer. También Pavoni ve, escucha y conoce la situación de necesidad y el naufragio de tantos niños y jóvenes de su tiempo y, haciendo de su vida una ofrenda a Dios, se lanza a paliar con todas sus fuerzas la necesidad de esos muchachos y jóvenes. No se queda en pura teoría, en programaciones y palabras bonitas, sino que se convierte en expresión concreta del amor y la misericordia de Dios para ellos. Nosotros ¿En qué Dios creemos? ¿Creemos en un Dios que prefiere a los pequeños y a los pobres y necesitados o en un Dios que quiere sacrificios y ofrendas? Recordemos que al final de la vida Dios nos preguntará cuánto hemos amado y servido a los más necesitados (Mt 25). ¿En qué gastamos nuestro tiempo? ¿En buscar nuestro bienestar o en ayudar a los más necesitados? ¿Estamos muy ocupados en mirar nuestro propio ombligo o en ayudar a los que más necesitan de nuestro carisma? ¿Qué ha pensado hacer o esta haciendo nuestra comunidad con el tema de los jóvenes refugiados?
2. La Familia pavoniana necesita vivir en profundidad este año jubilar y apostar por la misericordia
Tenemos necesidad de experimentar existencialmente la misericordia y el amor de Dios hacia nosotros y ser expresión de esa misericordia para todas las personas que encontramos en el camino de nuestra vida. Aprovechemos este año jubilar para revisarnos a nosotros mismos y nuestras fraternidades. No dejemos pasar el año hablando de la misericordia de Dios en Jesucristo para los demás, sin aplicarlo a nosotros mismos. El Papa habla de camino, de peregrinación, pongámonos en camino hacia los brazos del Padre que nos espera para abrazarnos y restaurar nuestra dignidad y pongámonos en camino hacia nuestros hermanos haciendo del encuentro un lugar de perdón, de misericordia y de amor.
Tener el corazón transparente. Cambiamos de vida cuando cambiamos el corazón, cuando, al fin, nos decidimos a dejar que Jesús habite en él y amamos, o lo intentamos, de forma entregada, gratuita y compasiva. Es el ejercicio del amor el que nos hace misericordiosos.
Leamos el texto de Lc 7, 36-50.
―Simón representa al mundo fariseo, divide el mundo en buenos y malos y es la expresión de un prejuicio excluyente. Debemos superar los prejuicios que representan nuestros miedos, nuestro temor a ser juzgados, incomprendidos, apartados... Juzgar en la distancia, sin comprometemos, sin decir ni hacer nada, es más fácil que comprometerse con el otro, con su vida y con su propio dolor, con su incapacidad para moverse en la dirección del encuentro liberador. ¿Tenemos prejuicios hacia nuestros hermanos? ¿Tenemos voluntad de superarlos? ¿Tenemos la voluntad de acercarnos al otro como a un hermano, o nos puede la indiferencia o el rechazo?
― Jesús, por el contrario, acoge y perdona a todos, porque conoce el corazón del hombre y sabe esperar y dar una nueva oportunidad. Abrir el corazón es la condición de una fraternidad capaz de reencontrarse a sí misma, de curar sus heridas y de poner paz en sus relaciones. Abrir el corazón no puede ser sólo un acto de buena voluntad que, fácilmente, nos decepciona y nos sumerge en un silencio mayor. ¿Nos dejamos tocar por Dios que nos cambia el corazón, o por el contrario somos tibios cuando no fríos? Dios nos transforma si nosotros nos dejamos.
― La mujer pecadora expresa una firme voluntad de reconciliación. Representa esta firmeza, alimentada en lo profundo del corazón. No era fácil entrar en casa de Simón y, menos aún, echarse a los pies de un hombre santo... Su decisión y sus lágrimas, más allá del qué dirán, representa lo mejor del corazón humano: la capacidad de ser uno mismo, libre de juicios y de condenas; la capacidad de asumir el riesgo y de enfrentar el aparente fracaso. El gesto de la mujer expresa este deseo de reconciliarse consigo misma, de poner su miseria al descubierto, de marcar una nueva frontera, un espacio de libertad, donde al fin pueda ser ella misma. ¡Qué lección nos da esta mujer!, tiene voluntad de cambiar y acude a la única fuente que es Jesús. ¿Cuánto hay de inercia en nuestra espiritualidad y fe? ¿Cuánto dejamos que la relación con Jesús cambie nuestra vida? ¿Nuestra vida camina paralela a la fe sin encontrarse?
Elegir la misericordia. Es la gran lección de Jesús en una historia que es narrada como una parábola misericordiosa. Alguien tiene que romper el círculo de la exclusión. Y, para ello, no cabe otro camino que optar por la misericordia, aunque esta nos cause dolor. Dar el primer paso en el camino de la reconciliación es siempre doloroso, pero profundamente sanador. Los dolores que nacen del ejercicio de la misericordia son los únicos que merecen la pena, pues dan la medida de nuestra humanidad, de nuestra capacidad de cauterizar la crueldad y de amar más allá de nosotros mismos.
Agenda del mes de diciembre
― 9 de noviembre comienzo de la novena de la Inmaculada;
― 2-12 de diciembre, visitaré la comunidad de Saaba en Burkina Faso;
― 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada. Renuevan sus votos los hermanos de Brasil, Méjico, Colombia, Eritrea, Italia. Emiten su profesión perpetua los hermanos Yemane y Woldeab de Eritrea y renuevan sus promesas los laicos asociados;
― 12 de diciembre presentación en Monza del libro de la Señora Clelia Farina y Luigi Pietro María Colombo ti tulado: Gli Artigianelli Pavoniani in Monza;
― 28-4 de enero, encuentro Europeo de la comunidad de Taize. Participarán algunos jóvenes Españoles.
Pongo el camino de nuestra familia bajo la protección de la Virgen Inmaculada nuestra querida Madre y de nuestro Beato Fundador Ludovico Pavoni.
Un abrazo fraterno y siempre agradecido
Tradate, 30 noviembre de 2015
Ricardo Pinilla Collantes