Ante el drama de la llegada de refugiados sirios a Europa, recibimos esta invitación del Superior ge

Queridos hermanos, religiosos y laicos de la Familia pavoniana:

     Estamos viviendo unos acontecimientos a nivel mundial muy preocupantes y graves que deben interpelar nuestra conciencia individual y comunitaria. Debido a las guerras, a la falta de posibilidades de vivir dignamente y a la falta de libertad; vemos a través de los medios de comunicación, la llegada de tantos refugiados que buscan una vida mejor. Son familias enteras, ancianos, jóvenes y niños que huyen de sus países buscando un lugar donde integrarse y comenzar una nueva vida que les garantice un futuro mejor.

     Todas las naciones, especialmente de Europa, están llamadas a abrir sus puertas a la acogida y hospitalidad de estas personas y así expresar la solidaridad con el género humano, sobre todo con los más necesitados.

     Esta situación está interpelando a toda la Iglesia. El evangelio nos urge a no volver la espalda a esta realidad y a tener entrañas de misericordia y ser expresión de la predilección de Dios hacia los pobres y desfavorecidos.

     Haciéndome eco de las palabras de Papa Francisco en el Ángelus del domingo día 6 de septiembre donde hacía esta llamada a la Iglesia: “Cada parroquia, cada comunidad religiosa, cada monasterio, cada santuario, acoja una familia de refugiados”, quiero instar a todas nuestras comunidades y núcleos de la Familia pavoniana a hacer un verdadero discernimiento sobre la posibilidad de acoger en nuestros ambientes a algunas de estas personas, especialmente jóvenes. No dejemos pasar la posibilidad de acoger o poner a disposición alguna estructura, saliendo así al encuentro de estos hermanos nuestros en situación de exclusión que gritan desesperadamente ayuda.

 

     Recordemos las directrices de nuestro Documento Capitular:

 

-       32. En este momento la Iglesia no deja de llamar también a los religiosos como recurso para la “nueva evangelización”. Aquí acogemos uno de los aspectos del Año de la Vida Consagrada, evento de concienciación para un nuevo éxodo de la Vida Consagrada. En este contexto nos sentimos interpelados por la pro-vocación del papa Francisco, que ha repetido en varias ocasiones: «Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. Repito aquí para toda la Iglesia lo que muchas veces he dicho a los sacerdotes y laicos de Buenos Aires: prefiero una Iglesia ac­cidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias segurida­des. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos. Si algo debe in­quietarnos santamente y preocupar nuestra con­ciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida. Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estruc­turas que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: “¡Dadles vosotros de comer!” (Mc 6,37)»[1].

-       41. 2.2 Ser discípulos-misioneros insertos en una Iglesia “en salida”, capaces de leer los signos de los tiempos, de buscar y dar respuestas a los desafíos que lanzan los jóvenes.

-       43. Nos hallamos ante muchos hermanos que tienen hambre. A la luz de nuestro carisma pavoniano sabemos quiénes son estos hermanos y cuál es su hambre: son los muchachos y jóvenes más pobres a los que ofrecer familia, dignidad y futuro.

 

     Esta es una llamada dirigida especialmente a las comunidades de Europa, pero también en las comunidades de fuera debemos trabajar desde nuestro carisma para que tantos niños y jóvenes puedan tener una vida más digna y puedan crecer como personas y como hijos de Dios en sus respectivos países. La lucha por los más desfavorecidos y por derribar las estructuras de injusticia que amparan la desigualdad y la pobreza debe ser nuestra ocupación como pavonianos. Todas nuestras actividades deben estar encaminadas a la promoción social, económica y religiosa de los jóvenes más necesitados.

 

     Que la Virgen Inmaculada y el Beato Pavoni que decía: “por el bien de la pobre juventud se adopten todos los medios de educación que fueran oportunos en las circunstancias y lugares donde la Religiosa familia extendiese sus caritativos brazos, que nada debe escatimar para ganar estas almas para Dios” (IG), nos protejan y acompañen nuestro caminar.

 

     Un abrazo fraterno y siempre agradecido.

 

Ricardo Pinilla Collantes

 

Tradate, 10 de septiembre de 2015

 

 



[1] Evangelii Gaudium 49.