Con la agenda de verano

Queridos hermanos religiosos y laicos de la Familia pavoniana:

     Escribo esta carta teniendo aun presente en la memoria y el corazón la experiencia vivida con la comunidad de Antipolo (Filipinas). Quiero dar las gracias a Dios con vosotros por el bien que nuestro carisma está haciendo en esas benditas tierras. El Fundador y su carisma han llegado y se está implantando en esa sociedad y en esa Iglesia como una bendición. Este milagro es debido al esfuerzo y la generosidad de todos especialmente de las personas que han estado y están allí.

     ¡Cuántas actividades e iniciativas! ¡Cuánta creatividad, cuánta vida se han desarrollado en este mes de mayo en torno a la figura de nuestro Fundador en todas las partes del mundo para celebrar su fiesta! Nuestra familia está viva y es fermento en nuestra sociedad y en nuestra Iglesia. Demos gracias a Dios que sigue bendiciendo nuestro camino.

     Este mes de junio está dedicado al corazón de Jesús. Es una devoción muy arraigada en el pueblo cristiano y en nuestra Congregación, y muy querida por nuestro padre Fundador. El corazón de Jesús expresa la misericordia y el amor de Dios hacia la humanidad, hacia el mundo actual, hacia nuestra familia. Gocemos y experimentemos personal y comunitariamente está predilección y este amor de Dios, expresado de manera concreta y palpable en la vida entregada de tantos hermanos religiosos y laicos que caminan con nosotros y que, como el Fundador, hacen de su vida un don para los demás, especialmente los muchachos y jóvenes más necesitados.

     Sabemos que el paraíso no está en esta tierra, que la perfección sólo está en Dios. A este corazón de Jesús confiamos nuestras luces y sombras, nuestra realidad de santidad y pecado. ¡Ojalá sepamos descubrir y resaltar en nuestros hermanos y compañeros de camino más las luces que las sombras! Cada uno de nosotros somos presencia del amor de Dios para los demás; basta saber verlo.

     Si esto es así, si experimentamos la predilección, el amor y la misericordia de Dios, debemos preguntarnos: ¿por qué a veces nos empeñamos en ver solo lo negativo de los demás?, ¿por qué no resaltar lo positivo que anima y da optimismo?, ¿por qué ver solo el pecado y no la gracia?, ¿por qué a veces nos hacemos tanto daño con nuestras críticas destructivas, habladurías, desprecios, indiferencia?, ¿por qué nos empeñamos en ser unos desconocidos los unos para los otros?, ¿por qué no cultivamos más la cultura de la ternura, del amor y la ayuda recíproca?, ¿por qué nos empeñamos en ser “pollos de corral” y no águilas reales?, ¿por qué a veces perdemos el tiempo con cosas que no son importantes?...

     Es posible que necesitemos profundizar el primer ámbito de las orientaciones capitulares (Doc 41.1), que ahora retomo con vosotros y que nos habla de una “espiritualidad” pavoniana fuerte y motivadora, “encarnada” y vivida de manera “artesanal”.

 

1. Hombres y mujeres espirituales, de Dios.

     Nuestra vida debe estar habitada por el Espíritu, habitada por la pasión por Dios y por la humanidad. Esta pasión nos debe convocar todos los días ante el sagrario de la presencia divina y ante el sagrario de la presencia humana.

     Si Dios nos seduce y nos dejamos seducir por él, entonces se produce en nosotros una dinámica nueva, de encuentro, de pasión, de alegría, de esperanza. Dejarnos atrapar por Dios es complicarnos la vida, cambiar nuestro rumbo, estar abiertos a ver la vida con otros ojos y poniendo en juego el corazón. No hay vocación auténtica que no suponga una conmoción interior y una revolución del corazón. Nuestra felicidad brota del encuentro con Dios y nos convierte en hombres y mujeres encontradizos: con nosotros mismos, con los otros, con la sociedad, con los jóvenes, con los pobres… Somos llamados para el encuentro. Si estamos desencontrados, entonces estamos desconvocados, sin vocación. La vida sin vocación para el encuentro es una mueca y una frustración.

     Nuestra vida no debe desear otra cosa que ser seducida por Dios. Si no es seducida por Dios, será seducida por otros intereses y se convertirá en mediocre, anodina y nada interpelante. Cristo debe estar siempre en el centro, él nos va seduciendo siempre más, nos va configurando a su imagen y semejanza, nos va introduciendo poco a poco en su misterio y misión, nos va enseñando a transformar nuestra pasión en gestos de compasión, nos va redimiendo de nuestras ambigüedades, infidelidades ante el poder, el tener y el placer, nos aconseja interiormente a través de su Espíritu y nos fortalece.

     Nuestro Fundador entiende por espiritualidad pavoniana «conformar la propia vida en cuanto es posible a la de Jesucristo» y «ser signos y portadores de su amor por los jóvenes, especialmente los más pobres» (RV 11). Leed el primer capítulo de la RV, nn. 1-9.

 

2. Espiritualidad encarnada

     Nuestra consagración no es para nosotros, es para los jóvenes, los hombres y las mujeres de hoy, a quienes queremos contagiar la frescura y la novedad del evangelio. Una persona espiritual es la que mira el mundo, la realidad con los ojos de Dios. «Una espiritualidad encarnada irradia y contagia, se extiende a nuestros colaboradores y destinatarios de nuestra misión, constituye cada vez más ese incentivo que atrae y motiva a los laicos de la familia pavoniana: estos se sienten atraídos y a su vez la difunden y enriquecen» (Carta del Superior general, Noviembre 2008)

 

3. «Artesanal»: convertir la vida diaria en profecía

     La profecía hunde sus raíces en la identificación con Jesús. Debemos ser voz profética en la vida cotidiana. La profecía está en la relación fraterna, en la comunicación, en el diálogo, en los quehaceres compartidos, en el compromiso cotidiano por sacar adelante proyectos y responsabilidades que la comunidad ha puesto en nuestras manos, en el trabajo ordinario bien hecho, está en la solidaridad con los hombres y mujeres con los que caminamos, está en la vida compartida con los pobres, con los jóvenes más necesitados, está en los espacios interiores donde Dios nos habla. En lo cotidiano nos va recuperando el Señor, en la oración diaria, la Eucaristía, la participación comunitaria, el trabajo, la apertura sencilla a los otros, la aceptación de las diferencias y la compañía de un Dios que nos va llevando de compromiso en compromiso.

     Hagamos de nuestra vida ordinaria algo extraordinario para nosotros y para los demás.

 

4. Agenda del mes de junio

  • § 2-4: Consejo general extenso, en la Capuchina de Longo
  • § 7:  90º aniversario de los Antiguos alumnos de Brescia
  • § 8-17: Visita fraterna a las comunidades de Colombia

 

     Pongo el camino de toda la familia pavoniana bajo la protección de la Virgen Inmaculada, nuestra querida Madre, y de nuestro Fundador el Beato Ludovico Pavoni.

     Un abrazo fraterno y siempre agradecido

 

Ricardo Pinilla

 

Tradate 31 de mayo de 2015