Con motivo de la Semana Santa y para este tiempo de Pascua

Queridos hermanos religiosos y laicos de la Familia pavoniana:

     Escribo esta carta teniendo aun en la memoria y en el corazón el recuerdo de mi visita a las comunidades pavonianas de Asmara. Doy gracias a Dios por esta experiencia y por todas y cada una de las personas que allí me he encontrado, ellas son presencia amorosa de Dios y expresión viva de nuestra Familia pavoniana.

 

1)   Celebrar la Semana Santa

     Estamos celebrando esta semana el misterio de nuestra fe: Dios, hecho hombre por amor a la humanidad, entrega a su Hijo para que, a través del servicio máximo, la muerte, nos abra el camino de una vida para siempre con su Resurrección. Dios, a través de la muerte y resurrección de su Hijo, inaugura el mundo nuevo al que todos estamos llamados, superando el mundo caduco, al cual no debemos conformarnos (DC 13). Nosotros, dejándonos transformar en hombres nuevos por la muerte y resurrección de Cristo, debemos conformar nuestra vida a él y así ser lugar de encuentro y lugar de mediación de la salvación de Dios (DC 4). Dejarnos transformar por él (metanoia) es entrar en la lógica de la salvación traída por Cristo; no dejarnos transformar es resistirnos a la acción salvífica de Dios.

 

2)   Subiendo al Calvario con Cristo y con los pobres

     Jesús nos invita a subir con él, cargando nuestra propia cruz, que es nuestras enfermedades, limitaciones, fragilidades, pecados, mediocridades, incoherencias… ―en definitiva, nuestra condición humana―, para que en su cruz todo quede redimido. Nos invita a subir cargando con la cruz de los demás, de nuestros hermanos, de nuestras comunidades, de nuestra Congregación, de nuestra Familia pavoniana y, en especial, de los muchachos y jóvenes más necesitados, para,  junto a la cruz de Cristo, participar del amor entregado hasta el final, que es semilla de vida para siempre. Tenemos el ejemplo del Beato Ludovico Pavoni, cuya muerte celebramos el 1 de abril, que habiendo hecho de su vida un don (CP 29, 30) para los muchachos y jóvenes pobres, es capaz de subir al calvario de Saiano para dar posibilidad de vida a sus queridos hijos. Donde muere un Santo nace siempre algo grande: la Familia pavoniana.

 

3)   Comunidades Pascuales

     El misterio no termina en el Calvario, la desolación, la muerte o el abandono. Al grito de Cristo, y en él de toda la humanidad, “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?, Dios responde con la resurrección y la vida para siempre. Cristo vive, está presente y actuante en la historia de la humanidad, en nuestra historia. El amor ha triunfado, la muerte no tiene la última palabra. Somos expresión de la vida de Dios para los pobres y necesitados, si dejamos que Cristo viva en nosotros. Hagamos realidad la celebre frase: “si Dios existe debe ser algo muy parecido a lo que hacen estos”.

     Invito en este tiempo de Pascua a todas las comunidades y núcleos de la Familia a pavoniana a sentarse en torno a la Palabra y a Cristo resucitado y hacer una revisión de vida, a compartir el camino que estamos haciendo. Podemos dejarnos guiar por Lc 24, 13-35, los discípulos de Emaús.

     Preguntémonos con sinceridad y valentía:

a)    ¿Hacia dónde estamos caminando? ¿Nos alejamos o nos acercamos al ideal propuesto por Ludovico Pavoni?

b)   ¿Qué nos empuja en una determinada dirección: la desilusión, el desaliento, el desánimo, los miedos, la indiferencia…?

c)    ¿De qué vamos hablando por el camino de la vida? ¿Qué cosas compartimos? ¿Cuáles son nuestras preocupaciones? ¿Qué habita nuestro corazón?

d)   A veces debemos reconocer que caminamos sin rumbo, llevados por la inercia o la costumbre; a veces nuestro caminar no es decidido, confiado, sino mediocre, solitario… privándonos de la aportación de los otros y no estimando importante nuestra vida y vocación. ¿Quedan brasas en nuestro corazón bajo tanta ceniza? ¿Nos damos cuenta de que él se acerca, se hace caminante con nosotros, nos habla al corazón y siembra en nosotros el deseo de una vida gastada y donada a los demás como hizo él?

e)    ¿Somos capaces de decirle: quédate con nosotros porque nuestra vida está llena de oscuridad y noche cerrada? Tenemos necesidad de tu luz, no queremos ser comunidades tibias como la de Laodicea (Ap 3,16).

f)    ¿Lo reconocemos al partir el pan? ¿Nos reconocemos hermanos al partir el pan? Compartir el mismo pan nos compromete a ser compañeros de camino, hermanos de todos los hombres, especialmente de los más pobres.

g)   Volvemos a nuestra realidad cotidiana: ¿somos capaces de comunicar la experiencia de Cristo vivo en nosotros? ¿Tenemos fuerza y valentía, o seguimos siendo tristes y cobardes?

h)   Fruto de la Pascua debe ser:

-       la alegría y el gozo del evangelio, de la vocación pavoniana;

-       la fraternidad, el diálogo y el perdón;

-       el coraje para proponer a todos los jóvenes con los que caminamos nuestra vocación pavoniana, de ir al encuentro de los niños y jóvenes más necesitados, de caminar con la Iglesia local, con los hombres y mujeres de nuestro tiempo, de caminar hacia donde más nos necesitan.

i)     ¿Qué nos falta y qué nos sobra para ser comunidades y familia pascuales?

 

4) Agenda del mes

―Día 1 de abril: celebración de la muerte del Beato Ludovico Pavoni.

―Del 30 de marzo al 17 de abril visitaré las comunidades de España.

―Del 23 de abril al 4 de mayo visitaré las comunidades de Méjico.

― Del 2 al 5 de abril Pascua juvenil en España e Italia.

―18 de abril, 3ª Convención en el Museo tipográfico Ludovico Pavoni de Artogne.

―28 de marzo, marcha pavoniana en Méjico.

―11 de abril, marcha pavoniana en Brescia.

 

     Que la Virgen Inmaculada y el Beato Pavoni acompañen nuestro caminar como personas resucitadas.

     Un abrazo fraterno y siempre agradecido

 

Tradate, 30 de marzo de 2015

Ricardo Pinilla