Vivir el presente con pasión y afrontar el futuro con esperanza... todo un reto

Queridos religiosos y laicos de la Familia pavoniana:

     Escribo esta carta teniendo vivo el recuerdo de la experiencia hecha en el Consejo general alargado celebrado en Génova a primeros de enero. Ha sido una experiencia bonita de convivencia, fraternidad y condivisión sinceras. Doy las gracias a la comunidad local por su acogida, hospitalidad y atención, especialmente agradezco el cuidado y desvelo hacia nuestros hermanos ancianos y enfermos, esto nos edifica a todos.

     En este consejo hemos reflexionado sobre nuestra realidad como familia. Nuestro primer sentimiento es dar gracias a Dios por lo que somos y hacemos y por la vida de todos y cada uno de los que la formamos, religiosos y laicos.

Creemos que debemos mirar nuestra realidad como un todo aunque jurídicamente estemos divididos en tres Provincias. Todos somos responsables  de toda la Familia pavoniana, debemos apoyar todas las presencias mediante recursos humanos y económicos. Debemos escapar de una mentalidad reduccionista y “provincialista” para mirar con amplitud y responsabilidad toda nuestra realidad.

     El Papa en su carta dirigida a los consagrados con motivo del año de la vida consagrada, nos invita a:

ü Vivir el presente con pasión:

  • Leer, estudiar, meditar y poner en práctica el evangelio y tener a Cristo como primero y único amor, viviendo como vivió él.

Estamos llamados a evangelizar la propia vocación, quiere decir llenar nuestra vida personal y comunitaria de evangelio para ser buena noticia para el mundo. Esto solamente es posible si hacemos del Evangelio nuestra regla suprema.

  • Ser fieles a la misión que se nos ha confiado. La misión de la Familia pavoniana que nos transmitió nuestro Fundador es, dedicarnos a los niños y jóvenes más necesitados, ayudarles a descubrir lo que Dios quiere de ellos de manera que sean buenos cristianos y buenos ciudadanos. Constatamos que pocos religiosos estamos en contacto directo con los niños y jóvenes que son atendidos en nuestras instituciones, nos hemos replegado a labores de gestión, de despacho o de labor pastoral genérica. Los motivos son muchos y muy variados, esperemos que no sea porque los jóvenes nos molestan o nos roban tiempo para nuestra vida privada. No debemos pensar que los Pavonianos ya no somos capaces de estar con los niños y jóvenes de hoy. A este respecto deberíamos también, revisar si en nuestras actividades llevamos a cabo una evangelización explícita según las modalidades que consideremos más oportunas.
  • Ser expertos en comunión. ¡Cuánta falta nos hace crecer en fraternidad entre los religiosos y con los laicos!. Cada uno es responsable del hermano, de la comunidad. No dejemos esta tarea sólo al superior. Una verdadera comunidad fraterna es la que siente la necesidad de rezar juntos, de compartir bienes espirituales y materiales, de compartir la misión. Una verdadera fraternidad es la que da al mundo un testimonio de unidad en la pluralidad, la que respeta la individualidad (no el individualismo). En una verdadera fraternidad cada uno se mira a sí mismo para convertirse en hermano, no mira al otro con el afán de cambiarlo a su propio gusto. Cada uno intenta amar al otro por lo que es no sólo por lo que hace y no intenta ganarlo para su bando. Cada uno es responsable de la santidad del otro sin juzgarle ni condenarle. Una comunidad fraterna es la que desde la experiencia de Dios, descubre que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. ¡Cuánto escándalo da la Iglesia, nuestra familia con las divisiones y enfrentamientos llegando a veces al rencor y al odio!. Es necesario el diálogo, el perdón, la reconciliación con el pasado. A veces da la sensación de que estamos divididos en grupos que luchan más por su preponderancia que por crear familia. Desterremos las críticas negativas, las habladurías, celos, antagonismos, envidias…

ü Abrazar el futuro con esperanza

     Todos somos conscientes de nuestras dificultades actuales como Familia pavoniana.

a)    Disminución de vocaciones religiosas y laicales y envejecimiento en buena parte de nuestra Familia. Las vocaciones hay que pedirlas, merecerlas y cuidarlas. Nos hemos extendido a Colombia. Méjico, Filipinas y Burkina Faso, sabemos que hay posibilidad de vocaciones y de que nuestro carisma se extienda. Debemos apoyar con más religiosos estas fundaciones ya que se encuentran en una situación precaria.

Es necesario que en las actividades escolásticas, sociales, parroquiales… que tenemos se haga una evangelización explícita y una propuesta y acompañamiento vocacional desde una vida que sea atractiva.

b)   Redimensionamiento. Problemas económicos. Grandes estructuras

Es necesario tomar decisiones valientes, esto debe hacerse con la implicación de todos.  He insistido a los Provinciales para que se hagan presentes en las comunidades, expliquen los proyectos y si es necesario convoquen asambleas. No se trata de una democratización, sino de que todos nos sintamos responsables. Mirar los problemas juntos no significa buscar culpables, sino  buscar las mejores soluciones para bien de nuestra familia. Miremos al pasado para aprender de los errores no para acusar. Es tiempo de mirar hacia adelante con alegrìa, coraje y fraternidad.

c)    Poca visibilidad

Hacemos muchas cosas buenas pero no somos ni visibles ni atrayentes. Es necesaria una mayor presencia entre los niños y jóvenes. Debemos caminar con la Iglesia local, con el territorio, salir de nuestros ambientes. “No os repleguéis en vosotros mismos, no dejéis que las pequeñas peleas de casa os asfixien, no quedéis prisioneros de vuestros problemas. Estos se resolverán si vais fuera a ayudar a otros a resolver sus problemas y anunciar la Buena Nueva. Encontraréis la vida dando la vida, la esperanza dando esperanza, el amor amando”.

d)   Colaboración con los laicos y con otras Congregaciones

Religiosos y laicos somos Familia pavoniana por vocación. ¿Qué nos impide hacer el camino juntos, participar activamente en el carisma compartiendo espiritualidad y misión?

     “También espero que crezca la comunión entre los miembros de los distintos Institutos. ¿No podría ser este Año la ocasión para salir con más valor de los confines del propio Instituto para desarrollar juntos, en el ámbito local y global, proyectos comunes de formación, evangelización, intervenciones sociales? Así se podrá ofrecer más eficazmente un auténtico testimonio profético. La comunión y el encuentro entre diferentes carismas y vocaciones es un camino de esperanza. Nadie construye el futuro aislándose, ni sólo con sus propias fuerzas, sino reconociéndose en la verdad de una comunión que siempre se abre al encuentro, al diálogo, a la escucha, a la ayuda mutua, y nos preserva de la enfermedad de la autoreferencialidad”.

     Recordemos que sólo podemos responder  a estos retos desde la aproximación. El paraíso no está aquí y por tanto tampoco la perfección. Nuestra esperanza nace de la seguridad de “que la misericordia de Dios no se limita a los favores de nuestra historia pasada, sino que hoy sigue ejerciendo su poder en nosotros y a través de nosotros mismos” (DC 10).

 

Pronto comenzará el camino de la cuaresma, tiempo de convertirnos a Dios, a la Palabra, al hermano, tiempo de recuperar el primer amor.

El día 2 de febrero comenzará en Tradate el noviciado. Pidamos a Dios por los novicios, por el  p. Maestro y por todos nosotros, para que esta experiencia sea enriquecedora para todos.

Que la Virgen Inmaculada y nuestro padre Fundador nos protejan y acompañen siempre.

 

Tradate, 30 de enero de 2014

 

Ricardo Pinilla