los meses de abril y mayo comprenden las principales fiestas pavonianas, por lo que podemos considerarlos los meses pavonianos por excelencia. Empieza con el 1º de abril, aniversario del dies natalis del beato Padre Fundador, para llegar hacia el final, el 28 de mayo, a su fiesta litúrgica.
En estos meses avivamos, pues, nuestra gratitud y nuestro amor hacia el padre Ludovico Pavoni, desde el recuerdo, siempre amado y conmovedor para nosotros, de su muerte, acaecida en Saiano en 1849. Aquel día, aquel Domingo de Ramos, constituyó el momento culminante, el sí definitivo de su vida, entregada totalmente en el servicio del Señor y de los jóvenes más necesitados. El Señor Jesús le había llamado a ese ideal; por ese ideal el padre Pavoni había consumido toda su vida.
A la luz de este hecho, ahora quisiera reflexionar con vosotros sobre el don, sobre el significado y sobre las exigencias de nuestra vocación religiosa pavoniana, y reservar para el próximo mes una reflexión análoga sobre la vocación laical pavoniana. Me parece el mejor modo de mostrar en estos meses nuestra devoción al padre Pavoni, para ir a las raíces de nuestra identidad y de nuestra misión, y ponernos en la actitud más adecuada en vista del tiempo posterior de preparación al Capítulo general.
Custodiar y promover nuestra vocación religiosa
Con frecuencia deberíamos dar gracias al Señor por el don de nuestra vocación. Ser religiosos pavonianos (sacerdotes o hermanos coadjutores) no es una iniciativa nuestra. Nosotros hemos respondido a una llamada del Señor, que nos ha atrapado y se ha manifestado a través de las circunstancias de la vida. Hemos dicho nuestro sí al señor, confiando no tanto en nuestras fuerzas, sino sostenidos por la confianza en el Señor y en su gracia. El Señor nos ha hecho comprender, o quizá simplemente intuir, la belleza y el valor especial y significativo de una vida donada radicalmente a él en el servicio a los hermanos, según el carisma pavoniano. No todos han recibido esa vocación, ni tampoco el comprenderla. Jesús mismo lo afirmó, al referirse al celibato por el reino de los cielos, es decir, a la castidad consagrada, que constituye el corazón y el fundamento de nuestra vocación: No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don (Mt 19,11).
El Señor nos ha concedido este don; aunque a veces nosotros, especialmente ante nuestras fragilidades y ante ciertas pruebas de la vida, nos preguntamos por qué nos ha llamado a nosotros y no a otros. La única respuesta está en el reconocimiento de que de este modo el Señor nos ha amado con un amor extraordinario y nos ha llamado a comunicar esta experiencia de su amor a nuestros hermanos. De aquí brota nuestro “gracias” al Señor, de aquí nace el compromiso de custodiar nuestra vocación. Custodiarla para no perderla; más aún: para vivirla con pasión y con fidelidad y coherencia; para vivirla con alegría agradecida; para vivirla hasta el final.
De aquí surge nuestro deseo y nuestra premura para que otros puedan unirse a nosotros en esta parte predilecta de la viña del Señor (p. Pavoni), para que cuantos el Señor llama a la vida religiosa pavoniana puedan acoger y responder afirmativamente a esta vocación. De aquí nace nuestro compromiso de promover nuevas vocaciones para la Congregación, a través de la oración (cf. Mt 9,38), el testimonio y las acciones oportunas. Estamos convencidos de que Dios sigue llamando a nuestra Congregación (RV 40). Esta certeza nos sostiene incluso en momentos, como el actual, en los que en algunas partes del mundo parece que predomina un desierto vocacional. Ratificamos lo escrito en nuestro Documento capitular de 2008: creemos en nuestra vocación, en su belleza, en su importancia, la atendemos en su desarrollo y la proponemos con convicción (3.3).
Este párrafo del Documento capitular nos ofrece también acciones concretas que realizar; acciones sobre las que, para España e Italia, se ha insistido en las conclusiones operativas de las Jornadas de sensibilización vocacional (cf. BI 1/2010, pp. 48-54) y retomadas en las propuestas de la Consulta general de 2011 (cf. BI 1/2011, pp. 185-186). Se trata de indicaciones y estímulos que no podemos echar en el olvido, sino revisarlas y volver a ellas, hoy y en el futuro próximo, pasando de la desconfianza a la esperanza, de la delegación de la tarea vocacional en otros a la implicación consciente de la comunidad entera, “toda ella vocacional” (Doc. cap. 2008, 3.3), hasta llegar a proponer explícita-mente la vocación pavoniana (cf. BI 1/10, p. 49).
Conformarse a Cristo - La formación pavoniana
Custodiar la vocación significa también poner en marcha y llevar adelante en el tiempo, durante toda la vida, un sólido proceso de formación. Se puede perseverar y perseverar de un modo auténtico en la vocación consagrada solo con dos condiciones: que se viva una profunda vida espiritual, en una unión constante con el Señor, y que se madure una afectividad equilibrada, con una capacidad de amar según la vocación consagrada. El primer impulso para abrazar la vida consagrada lo constituye habitualmente el atractivo de la misión, que para nosotros Pavonianos consiste en la educación y en la entrega a los jóvenes, especialmente a los más expuestos a los peligros de la vida. Pero luego la perseverancia se da únicamente con la presencia de una intensa espiritualidad y de una sana y serena afectividad.
Desde el principio del camino de formación, los jóvenes deben contar con la ayuda del formador y de la comunidad para interiorizar esta experiencia. Naturalmente, junto a estas dos condiciones fundamentales, son complementarios y necesarios otros aspectos cualificantes, como el acompañamiento espiritual, el diálogo y la cercanía del formador, la madurez humana, la fraternidad, el espíritu de servicio, el amor y la dedicación a la misión. El Papa Francisco recordó a los Superiores mayores los cuatro pilares de la formación (espiritual, intelectual, comunitario, apostólico) que deben interactuar entre sí, y definió como artesanal la acción formativa, entendiendo que se debe tener cuidado de cada una de las personas, a fin de formar no funcionarios, sino padres, compañeros del pueblo de Dios.
El compromiso formativo no termina nunca e implica a toda la persona durante toda la vida. En medio de las ocupaciones diarias nunca se puede olvidar que nuestra vocación es siempre una iniciativa de Dios y que, por tanto, nuestra existencia necesita centrarse en Cristo y en su Evangelio. No podemos ser desmemoriados y perder de vista el principio del camino. Se vuelve a la fuente para renovar y reavivar el don de Dios, para dar frescura y rejuvenecer la alegría de la donación, para pedir el sostén de la gracia del Señor, en un camino de continua conversión y tensión hacia la santidad. No se puede ser fecundos en la misión sin una continua relación con Dios; si esto no existe, la misión se convierte en oficio. La práctica de los consejos evangélicos (castidad, pobreza y obediencia) nos permite completar el éxodo desde una vida centrada en nuestras necesidades y proyectos a una vida centrada en Dios y su voluntad. Nos conformamos a Cristo viviendo los votos religiosos.
La vida de consagración a través de los votos constituye un modo íntimo y fecundo de darse en servicio de Cristo y de los hermanos. Al vivir plenamente el don de la consagración, lo expresamos con alegría. Podemos ser profetas y testigos de Jesús, podemos ser capaces de despertar al mundo, como nos pide el Papa Francisco, solo si vivimos auténticamente nuestra vocación y damos testimonio de ella con alegría. Este es el camino de formación que se nos pide para toda la vida.
Agenda: abril - Pascua - Jornada mundial de oración por las vocaciones y 28 de mayo
1 de abril: 165º aniversario de la muerte del padre Fundador / 14 de abril: 12º aniversario de su beatificación.
Entre los días 3 y 5 de abril se reunirá el consejo general. El sábado 5 de abril se celebrará la 15ª Marcha pavoniana entre Brescia y Saiano. Del 17 al 20 de abril está programada la Pascua juvenil en la Capuchina de Lonigo y en La Cistérniga-Valladolid.
A la luz de esta carta, invito ya a las comunidades a preparar la Jornada mundial de oración por las vocaciones (11 de mayo), organizando una semana eucarística especial entre el 5 y el 10 de mayo. También recuerdo la preparación de la fiesta del 28 de mayo con la novena (entre el 19 y el 27), además de las 24 horas ininterrumpidas de adoración (sábado 24), según el calendario de otros años.
Mientras es estos días estoy esperando que me lleguen todas las aportaciones sobre la segunda parte del instrumento de trabajo del Capítulo general, por medio de los provinciales envío a todas las comunidades de la Congregación un cuestionario para la recogida de algunos datos más, que he de recibir antes del 30 de abril próximo.
Ante la Pascua y el Capítulo general, invoquemos al Espíritu del Señor y confiémonos a la intercesión de María Inmaculada y del padre Pavoni para que, como él nos pide, sepamos uniformar en lo posible nuestra vida a la del divino maestro Jesús (CP 36).
Os llegue a todos mi cordial de deseo de Feliz Pascua.
p. Lorenzo Agosti
Tradate, 30 de marzo de 2014, IV domingo de Cuaresma (A)