La presencia del Señor en nuestra familia y nuestra tarea de llevar a los jóvenes a Dios

Queridos hermanos y laicos de la Familia pavoniana,

      Comenzamos el año 2013 en el corazón del Año de la fe y bajo la mirada amorosa de María, la Madre de Dios y nuestra querida Madre (p. Pavoni). En ella depositamos nuestras esperanzas y preocupaciones, que compartimos con nuestros hermanos los hombres. Por su intercesión imploramos para nosotros y para toda la humanidad la bendición de Dios y el don de la paz.

      El ángel Gabriel, en la anunciación, concluye su salutación inicial a María diciendo: El Señor está contigo. Es una afirmación que también nosotros repetimos cada vez que rezamos el Ave María y que resulta muy significativo en este tiempo litúrgico de Navidad.

 

El Señor está contigo (Lc 1, 28)

      Esta expresión completa el saludo y constituye un posterior motivo de alegría y confianza por María. El Señor está con ella. Estas palabras hubieron de evocar en María el recuerdo de muchas páginas de la Biblia, cuando Dios intervenía a favor de su pueblo, confiando a una persona que Él había elegido para una misión especial, y Dios mismo animaba a esta persona, garantizándole su presencia y su apoyo. Yo estoy contigo, yo estaré contigo. Así los había asegurado el Señor a Isaac (Gn 26, 3.24), Moisés (Ex 3, 12), Josué (Dt 31, 23 y Jos 1, 9), Gedeón (Jc 6, 16), Jeremías (Jer 1, 8.19). Y en muchos otros pasajes aparecía esta expresión, que garantizaba la presencia y la protección de Dios al pueblo y a sus jefes y profetas. Y lo mismo dirá también el Señor al apóstol Pablo (Hech 18, 10).

      Por medio del ángel Gabriel, Dios asegura a María su presencia y ayuda para la misión que le va a confiar. El Señor está contigo. María no ha de temer. Su vida está en las manos de Dios. Lo que va a acontecer en ella sucede por la fuerza de la intervención de Dios. Esta certeza se convierte para María en fuente de valor y de paz: el Señor está presente en ella, está presente en su vida.

      Esta certeza se convierte en fuente de renovada confianza y energía también para cada uno de nosotros.

 

Yo estoy con vosotros todos los días (Mt 28, 21)

      El Señor está con nosotros, está en nosotros. No es un Dios lejano. Se ha hecho uno de nosotros, para estar con nosotros y en nosotros. Esta es la realidad fundamental, la realidad más importante de nuestra vida; es la certeza que da sentido a nuestra vida, es el corazón de nuestra fe. Sin la presencia de Dios nuestra vida no tendría sentido pleno. Esta certeza lleva consigo consecuencias concretas para nosotros.

      Ante todo constituye un motivo de serenidad en cualquier situación en que podamos encontrarnos, incluso en las más difíciles y dolorosas. Pese a todo, siempre queda una seguridad: Dios no nos abandona, no nos deja solos, está siempre con nosotros. Y, en consecuencia, también cualquier gozo sano que podamos gustar, en último término viene del Señor y se transforma en anticipo de una alegría que Él nos dará plenamente y que nunca tendrá fin.

      En segundo lugar esta certeza implica la escucha de su palabra, su recepción en la eucaristía, una obediencia filial a Él, que nos ama, una respuesta de amor a su amor, un compromiso de estar con Él, de conservarlo en nuestro corazón, de no separarnos y alejarnos de Él con el pecado; implica un camino de continua conversión, crecer en su gracia, cultivar la vida interior, darle culto, tanto personalmente como en el seno de la comunidad cristiana.

      En tercer lugar esta certeza se convierte en acogida de su proyecto sobre nuestra vida. El Señor confía una misión a cada uno de nosotros; a cada uno da talentos para ponerlos al servicio de los hermanos, tanto en la sociedad cuanto en la Iglesia. Y si el Señor nos pide algo, también nos da los medios para realizarlo. Esta convicción se encuentra en la base de nuestra vocación consagrada. Esta certeza implica, en definitiva, reconocer al Señor en cada hermano nuestro, sobre todo en los pequeños, en los más pobres, en los más débiles, en los más necesitados. Reconocerlo y servirle; amarlo. Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis (Mt 25, 40). La afirmación de Jesús: Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo recoge al menos todas estas indicaciones. Cada vez, al rezar el Ave María, repetimos El Señor está contigo, recordemos que el Señor también está con nosotros. Y pidamos entonces a María poder, como ella, corresponder fielmente y con alegría a su presencia y su amor. Si realmente creemos en la presencia del Señor, toda nuestra vida cambia, se hace cristiforme (cf. Documento capitular, I.3).

 

Lo llevó a Jesús (Jn 1, 42)

      ¿Qué puede ser, en relación a lo educativo, lo que implica esta experiencia de fe, esta certeza de la presencia de Dios con nosotros y en nosotros? La educación en la fe debe llevar a nuestros jóvenes a esta experiencia de vida. Cada uno de nosotros, cada educador debería parecerse al apóstol Andrés que, cuando encontró a Jesús, no pudo conservar para sí este descubrimiento, sino que se lo dijo a su hermano Simón y lo llevó a Jesús. La cúspide de la propuesta educativa cristiana (y también pavoniana) es llevar a Jesús, hacer percibir que el Señor está con nosotros, con las correspondientes consecuencias. Sin esta finalidad y sin el empeño de tender a este objetivo, nuestra tarea educativa se queda manca, inadecuada, infiel a la pretensión del Padre Fundador y, al mismo tiempo, es insuficiente para el bien auténtico de cada joven que nos ha sido confiado.

      No es suficiente la instrucción cultural o la profesionalización, no son suficientes las acciones asistenciales o las orientaciones de reglas de comportamiento. Es necesario plantear un verdadero proceso educativo, que ayude a cada joven a lograr una formación integral, tanto en los ámbitos humano y moral, cuanto en el ámbito de la fe. Citando a Benedicto XVI, en el Instrumentum laboris del Sínodo sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, celebrado en octubre, leemos lo siguiente: Donde, como Iglesia, damos a los hombres sólo conocimientos, habilidades, capacidades técnicas e instrumentos, les damos demasiado poco (34).

      El Proyecto educativo pavoniano nos sirve de referencia. Puede sernos útil el nº 9 de los Cuadernos de la Familia pavoniana, recientemente publicado, que nos presenta las Claves de pedagogía pavoniana en los escritos de Ludovico Pavoni y según algunos testimonios[1]. Me permito subrayar dos cosas.

      La primera es la siguiente. ¿Cómo se logra llegar a culminar este proceso educativo? Hemos de aprovechar todos los momentos en que podemos entrar en relación con los jóvenes, ofreciéndoles motivaciones convincentes de los que les proponemos, acompañadas por experiencias concretas que han de probar y por la coherencia del testimonio de nuestra vida. Y, especialmente, junto a la educación en grupo, no hemos de olvidar una acción decisiva: el diálogo personal, que puede convertirse en un auténtico acompañamiento espiritual. El Padre Fundador recomienda tener entrevistas personales con cada uno. Es una praxis que ningún educador debe descuidar, pero que sobre todo han de apreciar los religiosos y los sacerdotes. ¿Cuántos jóvenes, incluidos los de nuestras actividades, saben que existe la dirección espiritual? Quizá nosotros mismos no hablamos de ella, no la proponemos, no nos proponemos, no estamos disponibles. La educación integral requiere también esta acción.

      La segunda cosa que quiero subrayar hace referencia a la conciencia que, en la situación de emergencia educativa que muchos denuncian, si no nos comprometemos nosotros a educar, de forma decidida, en los verdaderos valores humanos, y sobre todo cristianos, a los jóvenes a que nos acercamos, hoy corren el riesgo de no encontrar otros lugares y ocasiones para recibirlos y ser ayudados a vivirlos.

      María, que experimentó la presencia del Señor en su vida, nos ayude también a nosotros a experimentarlo verdaderamente y a hacerla experimentar a quienes son confiados a nuestros cuidados educativos.

 

Agenda de enero

      Entre los días 10 y 12 celebraremos en Tradate la reunión del Consejo general. El miércoles 16 se reunirán en Brescia los superiores y vicesuperiores de comunidad. El sábado 26 será ordenado sacerdote en Samambaia el diácono César Thiago do Carmo Alves, por el Arzobispo de Brasilia, dom Sergio da Rocha. Le recodamos ante el Señor. En torno al domingo 27 se celebra en Italia la jornada de la misión pavoniana. El jueves 31 los administradores locales están convocados en Lonigo.

      Recuerdo a todos que el próximo 6/7 de julio se celebrará en Brescia el III Encuentro interprovincial de la Familia pavoniana. Cada Provincia vaya viendo cómo prepararse con tiempo y adecuadamente al evento.

      Tened fe, amad a Jesús y a nuestra querida madre María: es el lema del año mariano, que se encuentra en profunda sintonía con el Año de la fe. Al empezar el nuevo año 2013 renovemos nuestros buenos propósitos y confiémonos a María, para que no nos falte su intercesión y su ayuda en nuestra fe y en el desarrollo de nuestros compromisos y tareas educativas.

      ¡Feliz 2013, en el nombre del Señor Jesús!

p. Lorenzo Agosti

Tradate, 1 de enero de 2013, solemnidad de Santa María, Madre de Dios y Jornada mundial de la paz.



[1] Ver, en castellano, p. José Rossi: Claves de pedagogía pavoniana [materiales de formación continua de 2012].