Una preciosa reflexión sobre María y el Año educativo que estamos celebrando

Queridos hermanos y laicos de la Familia pavoniana,

     nos preparamos para celebrar la solemnidad de la Inmaculada, que se produce en los primeros momentos de un año que queremos caracterizar como el "Año de la misión educativa pavoniana."

     Sabemos el lugar que María ocupó en la vida y la obra del padre Fundador. Así que me gustaría hacer una reflexión sobre la relación entre la figura de María y nuestra misión apostólica y educativa. Puede ser una manera de prepararnos para celebrar fructíferamente esta fiesta anual, que especialmente sentimos como querida y nuestra.

 

«María ... conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Lc 2, 19 y 51)

     En el Evangelio de Lucas nos encontramos dos veces con esta expresión en referencia a María. La primera, después del nacimiento de Jesús y la visita de los pastores. La segunda, en Nazaret, después del episodio de la pérdida y hallazgo de Jesús en el templo de Jerusalén.

     Teniendo en cuenta la sencillez que caracteriza a los Evangelios, esta doble citación pone de relieve un elemento de considerable importancia en la relación entre María y Jesús. Se nos presenta a María, la madre de Jesús, en una actitud meditativa en relación con los acontecimientos de su Hijo. María conserva y medita sobre los acontecimientos que se desarrollan en torno a Jesús y de los que Jesús es protagonista.

     Su papel maternal se caracteriza por esta actitud meditativa. Una actitud que describe su camino desde el principio y que la lleva a estar completamente disponible al plan de Dios.

     En el misterio de la concepción de Jesús, María pone en segundo plano sus proyectos personales y se somete a la voluntad de Dios, intuyendo estar implicación en un plan más amplio, que comienza a manifestarse en lo que ocurre después del nacimiento de Jesús en Belén. La visita de los pastores, que cuentan la aparición y el mensaje de los ángeles, abre un resquicio sobre la identidad y la misión de ese Hijo que ha dado a luz.

     Una misión que, después de los años de la infancia, él mismo confirma, pero siempre misteriosamente, cuando lo hallan en el templo entre los doctores: «¿No sabíais que yo debía estar de mi Padre» (Lc 2, 49). Ante esta respuesta, María sigue meditando en su corazón. Y continúa, con esta actitud, estando junto a Jesús y siendo su madre y educadora, perseverando en una doble actitud: la plena disponibilidad al proyecto de Dios sobre ella misma y la voluntad para favorecer el plan de Dios sobre su hijo Jesús.

 

«Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38 b)

     Creo que nosotros, religiosos y laicos pavonianos, estamos llamados a asumir, como algo fundamental, las mismas actitudes de María, tanto en lo que respecta a nuestra vocación personal, cuanto en lo que se refiere a nuestra tarea apostólica y educativa.

     - En primer lugar, la actitud de meditación. A menudo corremos el riesgo de quedarnos en la superficie de la realidad y de valorar los acontecimientos y las personas sólo con criterios humanos, o incluso con criterios mundanos. El riesgo de oír la palabra de Dios con poca profundidad y superficialmente, sin que penetre en lo profundo de nosotros mismos y dé forma a nuestro pensamiento y nuestra forma de vida. La escucha de la Palabra exige crear un ambiente de recogimiento y oración. Así, guiados por la Palabra, conseguimos leer la historia de la humanidad y nuestra propia historia de forma adecuada y somos capaces de aceptar la presencia y la acción de Dios en el mundo y en cada persona.

     - Una verdadera escucha nos lleva a percibir la voluntad de Dios sobre nosotros y a aceptar y poner en práctica su plan, imitando la disponibilidad y la fidelidad de María. Esto significa e implica vivir de manera auténtica nuestra vocación, ya sea laical o religiosa. Más aun, a cada uno de nosotros cada día se le pide que repita de corazón al Señor, no sólo con palabras sino con la coherencia de la vida, la respuesta de María al Señor, por medio del ángel: «Hágase en mí según tu palabra.»

     - La disponibilidad al plan del Señor es la culminación de la vocación del cristiano, además del hombre. Y esta es la meta de un verdadero proceso educativo: ayudar a cada joven a descubrir y poner en práctica el proyecto que el Señor tiene sobre él. Así lo hizo María con Jesús. De igual modo, todo educador está llamado a hacer lo mismo con los que se le encomiendan. Los medios son variados, las posibilidades son diversas, relacionadas con los talentos con que el Señor provee a cada cual. Las vocaciones son diferentes y complementarias, pero la meta es única: poner la propia vida al servicio de los hermanos, guiados por el amor del Señor. De esta manera la vida se realiza plenamente. Cualquier intervención educativa (en lo humano, cultural / profesional y cristiano) debe facilitar la consecución de este ideal.


El día de la Inmaculada: unirse y trabajar juntos en el proyecto de Dios

     ¿Qué significa para nosotros, los religiosos, la renovación de los votos de castidad, pobreza y obediencia en el día de la Inmaculada? ¿Qué significa para vosotros, los laicos, renovar en este día la promesa de compartir el carisma pavoniano? Significa ponernos en la actitud de María; significa renovar el don y el compromiso de unirse y trabajar fielmente en el plan de Dios sobre nosotros y fomentar el cumplimiento del plan de Dios sobre cada uno de nuestros chicos.

     Es un don y un compromiso que nos afecta personalmente y como familia pavoniana. Hay un plan de Dios que nos une, religiosos y laicos, para poner en práctica en la Iglesia el testimonio de un carisma espiritual y de una misión apostólica y educativa, que el padre Pavoni inició por inspiración divina.

     Mientras reafirmamos nuestra adhesión personal al plan de Dios, buscamos fortalecer también la unidad entre nosotros, apoyarnos unos a otros, trabajar juntos con todo el corazón por la causa común. Esta causa no es sólo nuestra o no es tan nuestra; es la causa de Dios, es la causa de aquellos que confían en nuestras instituciones. A la luz de la palabra de Dios y el ejemplo de María, superamos cualquier perjuicio hacia los demás, cualquier motivo de antagonismo, de disputa, de queja. El Señor nos pide que estemos unidos, si queremos que nuestro testimonio sea creíble y que nuestro servicio resulte eficaz; y este es sin duda también el deseo de María y de nuestro padre Fundador. La unidad que experimentamos en el día de la Inmaculada es una unidad que se prolonga, día tras día, todo el resto del año.

 

Agenda de diciembre, de la Inmaculada a la Navidad

     El 8 de diciembre no sentiremos unidos, en particular, a los religiosos jóvenes que renuevan la profesión y a cuantos recuerdan en 2011 un aniversario significativo de profesión religiosa: 25° aniversario (p. Giorgio Grigioni y p. Luca Reina); 50º aniversario (hno. Franco Caresia, p. Damián Fogliata, p. Aurelio Gallina, p. Pedro Lombardi y p. César Moreschi); el 60º (p. Agustín Galavotti, p. Luciano Pleuteri, p. José Regazzoni y el P. José Rossi); 65° (p. Silvio Menghini, p. Mario Parolini y p. Lino Tagliabue).

     En ese día emitirá la profesión perpetua, en Milán, el hno. Pierre Michel Towada Towada que después, el domingo día 11, será ordenado diácono por mons. Erminio De Scalzi, vicario episcopal de Milán.

     El mismo domingo 11 harán la primera profesión religiosa, en S. Leopoldo, los novicios en Brasil, Carlos, Iván y Joimar. Mientras, el día 7 entrarán en el noviciado, en Villavicencio, dos jóvenes colombianos: Andrés Mauricio Pinzón Carreño y Javier Hernán Marcelo Padilla.

     El sábado día 10, en nuestra iglesia de Brescia, recibirán el mandato misionero el p. Flavio Paoli y el hno. Pierre Michel Towada Towada, que en enero comenzarán la presencia de la Congregación en Burkina Faso, con una obra en favor de muchachos sordos, ubicada en Saab, cerca de la capital Uagadugú.

     El lunes 19 se celebrará en Tradate una reunión del Consejo General.

 

     Estamos en Adviento, en camino hacia la Natividad del Señor.

     Vivamos este tiempo, en unión con la Virgen María, cultivando en nosotros los mismos sentimientos de Cristo Jesús, como nos invita el apóstol Pablo: Hermanos, «dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación, considerando por la humildad a los demás superiores a vosotros. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás» (Flp 2, 2-4).

     Es mi deseo y mi esperanza en vista de la Natividad del Señor.

p. Lorenzo Agosti

Tradate, 1 de diciembre de 2011, 3º día de la novena de la Inmaculada