Después de la Consulta general, con la mirada puesta en el próximo trienio

Queridos hermanos y laicos de la Familia pavoniana,

     Os escribo con el corazón lleno de preocupación y de esperanza, de alegría y de temor. Los acontecimientos que se refieren a la Congregación son una mezcla de buenas noticias y de hechos dolorosos. Sé que esta es la realidad de la vida de todo hombre, de nuestras familias, de la vida social, de cada institución dentro de la Iglesia. Es la fe en el Señor la que nos sostiene, es la confianza en su Providencia la que nos da ánimos y nos consuela en toda tribulación. Además, la cercanía de los hermanos y el compromiso maravilloso de muchos de ellos, son el signo de la acción del Señor, de su presencia entre nosotros y de su amor misericordioso que nunca falla.

     Con esto en mente, invito a todos a proseguir el camino, poniendo en primer plano los motivos de confianza y esperanza que están en la base de nuestra vida, tanto personal como comunitaria. El Señor nos ama y, si tratamos de hacer su voluntad, no hay dificultad o debilidad que pueda dominarnos y arrancar la alegría que viene de Él. El Señor ama a nuestra Congregación. Leamos cada cosa que le acontece a nuestra Congregación como una realidad que nos es propia y nos hace compartir la responsabilidad de dar la contribución que nos toca, con el fin de realizar el proyecto del Señor sobre nosotros, en favor de los jóvenes y los pobres. La Consulta general ha sido un momento de gracia en la historia actual de la Congregación. Retorno a este evento a fin de que podamos apreciar el impulso hacia delante del que puede ser portador para toda la Congregación.


Comunidad unida: punto de fuerza de nuestra renovación y garantía del futuro de la Congregación

     La Consulta general se ha celebrado a mitad del sexenio y se ha colocado en plena continuidad con el Documento capitular. Este documento constituye para la Congregación el principal punto de referencia, que nos anima a cada uno y a cada comunidad a identificar las formas concretas de aplicación de la Regla de Vida, en relación con las circunstancias en que nos encontramos. La verificación que, por parte de las comunidades y a través de las Provincias, llegó a la asamblea general ha destacado que se han dado pasos, pero que aún así hemos de continuar con un sólido compromiso de implementación de las demandas capitulares. Estas demandas no han caído de lo alto, sino que son el fruto autorizado de lo que todos nosotros hemos destacado como importante para el hoy. La exigencia de ser comunidad unida (cf. Doc. Cap. 3) realmente puede representar el corazón del Documento capitular y el punto central de la renovación y garantía para el futuro de la Congregación.

     Y para ser “comunidad unida” son necesarias algunas condiciones.

     Una primera condición es la de no ponerse a sí mismo en el centro de todo. Si me pongo en el centro, mi realización, mis ideas, mis exigencias personales, no vamos a dar muchos pasos en la dirección de una comunidad unida. Desde luego, debemos dar valor a todos nuestros recursos personales, pero para ponerlos a disposición de un proyecto común.

     Otra condición es la de poner verdaderamente al Señor en el centro de nuestras vidas y nuestras comunidades. Sólo del Señor nos viene la motivación última y la fuerza fundamental para superar la tendencia de situarnos a nosotros mismos en el centro. Las motivaciones humanas no son suficientes. Lo que nos llevó a aceptar la vocación a la que Dios nos ha llamado es también lo que nos sostiene a la hora de ponerlo a Él en el centro y la comunidad. De esta manera, la palabra de Dios, si la acogemos y meditamos seriamente, cada día nos ilumina y guía, y la gracia de la oración y de la Eucaristía nos convierte y fortalece.

     Además, es necesario poner el centro de la comunidad al Señor, si queremos ser comunidad unida. Él es quien nos ayuda a verlo en cada hermano, sin excepción, a superar las diferencias que existen entre nosotros y a converger en unidad de corazón y de intenciones.

     Sobre esta base pueden y deben encontrar espacio otras condiciones. Como el valor de la obediencia, la capacidad de diálogo, la madurez humana, la humildad, la ayuda mutua, el perdón y la colaboración...

     No puede faltar, además, la condición de una relación más consistente entre religiosos y laicos. La realidad de compartir el mismo carisma y la participación en una misión común ha de llevar a toda la comunidad a relacionarse con los laicos, como parte integrante de la Familia pavoniana. La ejecución de la misión se convierte así en expresión de una comunidad unida que, junto con los laicos, se gasta para seguir realizando lo que el Señor ha comenzado con el Padre Fundador.


De la Consulta general al trienio 2011-1014

     Como ya he recordado, en el próximo Boletín interno vamos a encontrar el material esencial que ha sido objeto de discusión en la Consulta general. Será bueno que cada uno lo tome o lo vuelva a tomar en consideración, para buscar juntos cómo poner en práctica lo que creemos que es importante para este período de la historia que el Señor nos ha concedido vivir.

     En la Consulta se presentaron también las directrices generales para los próximos tres años, con la proposición de los temas del año, en torno a los cuales concretar el Documento capitular.

     El 2011/12 se propone como Año de la misión educativa pavoniana. Este es el núcleo central de nuestro carisma y del Documento capitular. La ocasión nos la da el bicentenario de la fundación del Oratorio del padre Pavoni, que tuvo lugar en Brescia en 1812. Se tratará de dar consistencia y aplicar el proyecto educativo pavoniano, con posibles pistas para el rediseño de nuestra misión. El lema elegido, tomando una feliz expresión del Fundador, reza así: Concebimos las más hermosas esperanzas sobre los jóvenes.

     El 2012/13 lo viviremos como un especial Año mariano. El Documento capitular se desarrolla partiendo del icono de Caná. Nos parece oportuno, por lo tanto, poner de relieve la figura y la presencia de María en nuestra vida y en nuestra misión. Vamos a escuchar, en particular, como dirigidas a nosotros, las palabras pronunciadas por María en aquella ocasión: «Haced lo que él os diga» (Jn 2, 5).

     En el trienio que empezamos se propone a cada comunidad, además, que dedique una hora al mes de adoración por las vocaciones. En el Boletín interno encontraremos de modo más amplio la motivación y las formas de llevar a cabo esta propuesta.

     Como veis, el programa que nos espera es consistente y podrá ser un soporte importante para la actuación del Documento capitular, a la luz de los incentivos de la Consulta general.


Un mes de julio lleno de acontecimientos

     En este mes de julio tendrá lugar el tercer encuentro (después de los de 1998 y 2005) de los religiosos más jóvenes de la Congregación. Se celebrará en Vitoria, Brasil, entre los días 11 y 25. Se trata de una experiencia de diálogo intercultural apropiada para favorecer el conocimiento recíproco y el sentido de pertenencia a la Congregación, en un contexto de formación que no puede hacer más que bien a todos los participantes, por supuesto siempre que lo vivan, como se espera, con total disponibilidad en lo que se les propone. Durante el encuentro, el domingo 24, harán la profesión perpetua los hermanos César Thiago do Carmo Alves y José Roberto de Oliveira Filho.

     El sábado 16 de julio, serán ordenados sacerdotes, en Asmara, los diáconos Mihreteab Solomon Okubu y Yonas Fesshaye Michael. Es un gran regalo del Señor para nuestra comunidad eritrea. Durante esos días estaré allí junto a ellos y llevaré la solidaridad y la cercanía de toda la Familia  pavoniana.

     El curso de formación, las profesiones perpetuas y las ordenaciones sacerdotales son eventos de alegría y gracia para la congregación. Demos gracias al Señor y recemos intensamente por nuestros religiosos más jóvenes, a fin de que constituyan una fuerza importante para la continuidad del carisma pavoniano y una razón válida de la esperanza para nuestro futuro.

     Esta oración intensa no esté presente sólo entre los hermanos que participen en el curso de ejercicios espirituales de Ponte di Legno, entre el 24 y el 30 de julio, sino también en todas las comunidades. Durante los meses de julio y agosto veamos todos el modo de encontrar unos días de recogimiento para reavivar nuestra vida espiritual y dar solidez a las motivaciones que están en la base de nuestra respuesta al Señor. Esto será de gran ayuda para aquéllos que, sobre todo en Italia y España, en este período están llamados por la obediencia a cambiar de comunidad y de actividad.

     Que todos podamos experimentar la maravillosa expresión de Dante, inspirada en el Evangelio y llena de sabor franciscano: «En tu voluntad, Señor, está nuestra paz» (cf. Paraíso III, 85).

     Con este deseo, os saludo en el nombre del Señor, con la certeza de disfrutar de la constante intercesión de María Inmaculada y del beato Ludovico Pavoni, nuestro Fundador.

p. Lorenzo Agosti

Tradate, 1 de julio de 2011, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús