Sobre el verdadero culto, la oración y la conversión en la cuaresma

Queridos hermanos y laicos Familia pavoniana,

      «el sacrificio del justo es aceptable», leemos hoy en el libro del Eclesiástico (35, 6), en un pasaje que describe el verdadero culto que hemos de ofrecer al Señor. El texto nos puede ayudar a prepararnos para vivir de manera vigorosa el tiempo favorable de Cuaresma, que comenzará dentro de unos días. La conversión, a la que la Cuaresma nos llama, consiste en saber combinar culto y vida, oración y acción, en la fidelidad a las exigencias de nuestro Bautismo y nuestra vocación; fidelidad posible merced a la gracia de Dios.


«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza» (Salmo 49, 14)

      El salmo 49 (50) desarrolla el tema del verdadero culto al Señor, al que se refieren también otros pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento, como el mencionado del Eclesiástico. Este salmo desenmascara la duplicidad que amenaza con romper nuestras vidas: dar culto al Señor desde el exterior, con actos formales, mientras el corazón está lejos de él y la vida contradice o es incoherente con su enseñanza. En el salmo Dios niega tres acciones que aluden a las tentaciones fundamentales para la vida humana (poder, poseer y placer); a éstas se oponen actitudes auténticas, que tienen la más alta expresión en nuestros votos religiosos.

      «Tú que detestas mi enseñanza» (v. 17) hace referencia a la virtud de la obediencia, que se relaciona con el ámbito del poder, del que se puede abusar. La obediencia nos sitúa en la justa relación  con Dios, a quien “se debe la obediencia de la fe”, como el Concilio Vaticano II recuerda, siguiendo la enseñanza de san Pablo (cf. Dei Verbum 5). Esta virtud también nos pone en la correcta relación con los hermanos, respetando el papel de cada uno y desarrollando cualquier tarea de responsabilidad con espíritu de servicio.

      «Cuando ves a un ladrón, corres con él» (v. 18), es una imagen muy potente de la tentación ligada con el poseer, que hace relación a la virtud de la pobreza. Todo en nuestra vida es un don de Dios. Hemos recibido la llamada a un uso adecuado y sobrio de los bienes de este mundo, lo que evita un afán desmedido a los mismos y que conduce a la solidaridad, hasta compartirlos radicalmente, para ponerlos a disposición del reino de Dios.

      «Te mezclas con los adúlteros» (v. 18) expresa la manera más obvia de quebrar la virtud de la castidad, en la búsqueda de un placer desligado de la finalidad con que está conectado. La sexualidad es una dimensión esencial de la persona y, para ser vivida en su verdad y como expresión de amor auténtico, implica imperativos morales. A su vez, «la castidad consagrada –como dice la Regla de Vida– es un nuevo modo de amar que se inspira en Je­sús» (41).

      La advertencia contra estas tres tentaciones nos lleva al mandamiento del amor, como también hace, desenmascarando actos negativos, el Salmo 49: «Sueltas tu lengua para el mal, tu boca urde el engaño. Te sientas a hablar contra tu hermano, deshonras al hijo de tu madre» (vv. 19-20). La verdadera conversión conduce a vivir en su plenitud el mandamiento del amor o, al menos, a tender, por cuanto es posible, hacia esta plenitud.

      Sólo así podemos ofrecer un culto agradable a Dios. «Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza … El que me ofrece acción de gracias me honra» (vv. 14 y 23). Los Padres de la Iglesia, a la luz del Nuevo Testamento, han traducido así estas palabras del Salmo 49 y otras similares: el verdadero culto es la alabanza a Dios que sale de la boca y el corazón de un hombre justo. El hombre justo es el hombre que busca conocer y hacer la voluntad de Dios, venciendo, con su ayuda, las tentaciones relacionadas con el poder, el poseer y el placer, y creciendo en el amor a Dios y al prójimo. Esta es la auténtica conversión a que nos sentimos llamados por la liturgia cuaresmal, apoyada por los medios que propone la palabra de Dios: la caridad, la oración y el ayuno (cf. Mt 6, 1-18).


«Todo debe comenzar por la oración»

      El año pasado, murió en Cuneo el sacerdote don Andrés Gasparino, fundador del Movimiento Contemplativo Misionero “P. De Foucauld”. Después de la Segunda Guerra Mundial (a partir de 1945) se preocupó de la miseria social y económica de los niños de la calle y los recogió en una “Ciudad de los Muchachos”. En los años 60 abrió la misión a los consagrados de su Movimiento, enviándolos a los países más pobres del mundo. Durante más de 50 años dirigió una escuela de oración, donde generaciones de jóvenes han aprendido de él un estilo de vida esencial, coherente, riguroso, inmerso en la oración y el testimonio. En el amor a los pobres y en la oración, vivida en fraternidad, se condensa su intensa vida. En uno de sus escritos esbozó un “credo” sobre la oración, que sólo puede hacer bien a nuestra vida espiritual y a nuestro camino cuaresmal de conversión.

      «Creo que la oración no es todo, pero que todo tiene que comenzar con la oración. Porque la inteligencia humana es demasiado corta y la voluntad del hombre demasiado débil; porque el hombre que actúa sin Dios nunca da lo mejor de sí mismo. Creo que Jesucristo, al darnos el "Padre Nuestro", nos quiso enseñar que la oración es el amor. Creo que la oración no necesita palabras, porque el amor no necesita palabras. Creo que se puede orar callando, sufrimiento, trabajando, pero el silencio es oración sólo si se ama, el sufrimiento es oración sólo si se ama, el trabajo es oración sólo si se ama. Creo que nunca sabremos exactamente si la nuestra es oración o no, pero hay una prueba infalible de la oración: si crecemos en el amor, si crecemos en la separación del mal, si crecemos en la fidelidad a la voluntad de Dios. Creo que aprende a orar sólo quien aprende a callar delante de Dios. Creo que aprende a orar sólo quien aprende a resistir el silencio de Dios. Creo que cada día debemos pedirle al Señor el don de la oración, porque quien aprende a orar aprende a vivir.»


Hacia el 1 de abril

      El mes de marzo está lleno de eventos y compromisos en nuestra Congregación.

      Entre los días de 4 y 6 se llevarán a cabo, en Brasil y en España, las asambleas provinciales de preparación de la Consulta general del mes de mayo. Una reunión similar se celebrará en Italia los días 18 y 19.

      Durante la primera mitad del mes visitaré las comunidades de España.

      El domingo 20, la Asociación de Antiguos Alumnos de Trento recordará los 100 años de su fundación. Entre nuestros Institutos, fue la primera asociación que se fundó. Reciban los Antiguos Alumnos de Trento nuestra felicitación y gratitud por la generosidad que muestran con las obras misioneras de la Congregación.

      Del 28 al 30 el Consejo General se reunirá en Tradate.

      El 1 de abril, aniversario de la muerte del Padre Fundador, se llevará a cabo en Roma la reapertura de la librería Áncora con la presencia del cardenal Gianfranco Ravasi. Durante los últimos seis meses la librería ha sido reestructurada con el fin de desarrollar mejor su servicio de difusión de la cultura cristiana. Situada en las cercanías de la Basílica de San Pedro, constituye un punto de referencia y encuentro para muchas personas de todo el mundo y ayuda a difundir el conocimiento de la Congregación y de nuestro Padre Fundador.

      El sábado, 2 de abril, se llevará a cabo la XII Marcha pavoniana de Brescia a Saiano. El mismo día se celebrará la Marcha pavoniana anual también en México. Igualmente, el 2 de abril se celebrará en Valladolid la XIX Asamblea de la Familia pavoniana de España sobre el tema “Unidos para la misión”.

      Por último, el domingo 3 de abril, el hno. Celio Alex Araújo Pereira será ordenado diácono en nuestra iglesia parroquial de San Sebastián de Gama. Con él, damos gracias al Señor y por él oramos.

      Bajo la mirada amorosa del beato Ludovico Pavoni caminamos rodeados de la gracia del Señor, trabajadores y felices de compartir lo que afirmaba el beato Federico Ozanam: “Estoy feliz de haber nacido en un momento en que hay mucho por hacer y por luchar”.

      Os saludo en el nombre del Señor.

p. Lorenzo Agosti

 

Tradate, 1 de marzo de 2011.