En el aniversario de la muerte de L. Pavoni y en el corazón de la Pascua

     Queridos hermanos y laicos de la Familia pavoniana, es el Domingo de Ramos y estamos a solo unos pocos días del 1 de abril, aniversario de la muerte de nuestro beato Padre Fundador. El 1 de abril 1849 fue Domingo de Ramos. Estos días de Semana Santa, pues, los vivimos con una referencia central al misterio pascual del Señor y, a la vez, con el recuerdo vivo del momento culminante de la entrega de la vida que el padre Pavoni hizo al Señor y a los chicos a su cargo. El ejemplo del Padre Fundador… Se estaba desarrollando el drama de las “X Jornadas” de Brescia. La elección del Padre Fundador de conducir a sus hijos a Saiano no fue una huida de la violencia de la ciudad, sino una asunción de su suerte y el compartir los peligros que se cernían sobre ellos. El resto de su vida, impregnada de una fe profunda, se caracteriza por compartir la suerte de su pueblo. Los acontecimientos relacionados con las guerras napoleónicas había dejado, como consecuencia, un rastro doloroso de huérfanos y el agotamiento de los recursos naturales, que culminó con la terrible hambruna de 1816/1817. El padre Pavoni no permaneció indiferente, sino que, en lo que de él dependía, tomó la decisión de partir con los más pobres cuanto poseía y ayudar a los chicos que se hallaban en mayor necesidad. Esta elección le llevó a poner en marcha iniciativas de solidez social a nivel educativo y profesional, que marcarán el desarrollo del mundo del trabajo en la época contemporánea. Y en 1836, cuando estalló el cólera en Brescia, abrió las puertas de su Instituto a quienes se habían quedado sin apoyo familiar, duplicando el número de muchachos acogidos. …para nuestros días La sensibilidad del Padre Fundador y su participación en los dramas de la época, impulsado por razones de fe y de una verdadera “compasión” hacia los más sufrientes y desafortunados, son un legado significativo para la Congregación en nuestros días. Siguiendo su ejemplo, como Familia pavoniana, nos interpelan las circunstancias en que vivimos, circunstancias caracterizadas por una crisis económica y financiera mundial, que además ha penalizado aún más las condiciones de vida de los pueblos y las familias más pobres con el aumento del desempleo, lo que convierte en más difícil el presente y más incierto el futuro. Ante una situación de tantos sufrimientos no podemos permanecer indiferentes; al contrario: nos anima a asumir un estilo de vida más sobrio y a identificar iniciativas de solidaridad en consonancia con nuestro carisma. Religiosos y laicos: compartir para realizar signos de caridad y esperanza En esta perspectiva, el tema del año, comunidad unida con los laicos, nos impulsa a no andarse con rodeos, sino a tratar de intensificar el proceso de construcción de la Familia pavoniana, también para responder a las urgencias de nuestro tiempo. Crecer como religiosos y laicos unidos en la realidad de la Familia pavoniana no es tanto una experiencia que se agota en unas mejores relaciones recíprocas, cuanto en el fortalecimiento de nuestra misión, a la luz del carisma pavoniano. Frente a un mundo lleno de contradicciones que invoca justicia y salvación, involucrados en el proyecto de Cristo y en el misterio de su reino y partícipes de la misión de la Iglesia, religiosos y laicos, como herederos del carisma del padre Pavoni, estamos llamados a hacer nuestra parte como el momento presente nos pide. El Documento Capitular nos invita a redescubrir, con la Iglesia del tercer milenio, «el modo “nuevo” de seguir a Jesús, en una lógica de comunión, que valora la diversidad y la complementariedad de los carismas y promueve el despertar de las energías latentes en el laicado y en la misma vida religiosa … La conciencia de nuestra vocación específica y la acogida plena de la vocación de los laicos contribuyen a una verdadera y significativa conversión de nuestras Comunidades locales y da impulso al sentido profético de la misión pavoniana» (2.1.a). Nos damos cuenta de que todos debemos tomar medidas para abrirnos a esta perspectiva: nosotros, los religiosos, en estar más unidos y ser más creativos y en la acogida gozosa de la inserción y la cooperación de los laicos; vosotros, los laicos, en asumir vuestra presencia como participación en el espíritu y el carisma pavoniano y en la colaboración con la intención de consolidar y dar alas a la misión del Fundador. Espíritu de fe, caridad, respeto mutuo, humildad, compartir, co-responsabilidad: son algunas de las características requeridas para construir la Familia pavoniana sobre una base sólida. Medidas concretas para el crecimiento de la Familia pavoniana La realidad de la Familia pavoniana ha crecido y se está desarrollando positivamente, pero no de la misma manera en las diferentes comunidades de la Congregación. Especialmente para aquellos que todavía están buscando la manera de moverse con eficacia en este sentido, recuerdo las medidas que considero conveniente llevar a cabo para dar vida e impulso a la Familia pavoniana. El primer paso consiste en un mayor conocimiento mutuo entre todos los religiosos y los laicos que colaboran con la misión de la comunidad o de alguna manera están cerca de ella. Además de los momentos de encuentro ya bastante consolidados (Inmaculada, 24 horas de adoración, 28 de mayo, etc.), puede ser útil organizar otros dos o tres momentos durante el año, que proporcionen una oportunidad para que, religiosos y laicos, puedan conocerse, intercambiar experiencias, hacer sugerencias para un camino de mayor comunión y colaboración en la misión común. Un segundo paso conduce a lo que ya sugiere el Documento base: realizar como comunidad, para los laicos que lo deseen, un encuentro al menos mensual, para profundizar en el camino del conocimiento, formación y participación en la misión llevada a cabo desde la casa. Desde aquí se puede llegar al tercer paso, que va en dos direcciones: por una parte, la intensificación de la participación en la vida comunitaria (oración, momentos de encuentro, de comunión y de servicio, etc.). Y, por otra, la identificación de iniciativas para consolidar las actividades que ya desarrolla la comunidad o para emprender alguna nueva, dando lugar a signos de caridad y esperanza para los necesitados, como encarnación del carisma pavoniano en el hoy que vivimos. Nuestro Fundador nos sostenga a todos en el coraje para abrirnos a estos nuevos horizontes, haciéndonos conscientes y disponibles ante las necesidades de los tiempos y confiados en la intervención de la Providencia de Dios Abril y mayo, dos meses “pavonianos" Estamos ante los meses de abril y mayo, que con razón podemos considerar especialmente “pavonianos”. Comienza con el 1 de abril, en la memoria de la muerte del padre Pavoni en Saiano, para llegar al 14 de abril, aniversario de su beatificación en el 2002, hasta el 28 de mayo, fiesta litúrgica del Fundador, precedida por las 24 horas de adoración, este año el 22 de mayo. En este mes de abril otras circunstancias marcan nuestra agenda. La Pascua Juvenil, del 1 al 4, tanto en Maggio para Italia, como en Valladolid para España. La Reunión del Consejo General (8-10). La 11ª Caminata Pavoniana entre Brescia y Saiano, el sábado 17. Ese mismo día, la XVIII Asamblea de la Familia pavoniana de España en San Sebastián, 25 aniversario de la actividad educativa en esta ciudad. La peregrinación a Ars, organizado por la Provincia de Italia (20-22). Del 23 al 30 visitaré la comunidad de Asmara, en Eritrea. También recuerdo e insto encarecidamente para participar en las Jornadas de sensibilización vocacional, previstas en Lonigo, del 7 al 9 de mayo, para las zonas de Italia y España. A las mismas nos prepararemos, también, con la celebración del día mundial de oración por las vocaciones, el Cuarto Domingo de Pascua, 25 de abril. Encomendamos esta intención de una manera especial a María, a la que celebraremos con el título de Madre del Buen Consejo el día 26 (el 27 en España). La Pascua del Señor sea signo eficaz del amor misericordioso de Dios para nosotros y para toda la humanidad. Lleguen a todos mis mejores deseos en el Señor muerto y resucitado, nuestra salvación y esperanza.

p. Lorenzo Agosti Tradate, 28 de marzo de 2010, Domingo de Ramos.