Publicamos en la web el artículo que aparece hoy en la prensa albaceteña

            Hoy día 28 de mayo celebramos la fiesta de Ludovico Pavoni, fundador de la Congregación religiosa de los Hijos de María Inmaculada, más conocidos entre nosotros como Pavonianos, y este acontecimiento representa para todos nosotros y para la ciudad de Albacete un motivo de gozo y de profunda acción de gracias.

             Se van a cumplir en septiembre dieciséis años desde que los Pavonianos aterrizaron en nuestra ciudad de Albacete: muchos conocen de cerca su trabajo con menores en los pisos de acogida y en la Escuela de Formación de Apoyo al Menor “Puente”; su participación en la Asociación “Espíritu y Vida”, su dedicación al mundo de la familia, de los jóvenes y de los más desfavorecidos; así como los conocen los parroquianos del Espíritu Santo, de Argamasón y Santa Ana.

Actualmente son tres religiosos los que componen la comunidad de los Pavonianos en Albacete y desarrollan su misión en los campos arriba indicados junto a otra mucha gente que colabora y les ayuda en sus tareas educativas y pastorales. En España en los años ochenta iniciaron en Madrid el programa terapéutico de rehabilitación de toxicómanos “Proyecto hombre”, del cual se cumplen veinticinco años de su llegada a nuestro país y que actualmente está extendido en buena parte de las ciudades de  nuestra nación. Pero ¿quién fue su Fundador?; ¿quién es el santo que está al origen de su misión?.

            Tal vez pocos han oído hablar de Ludovico Pavoni y sin embargo, en la historia religiosa y social del siglo XIX, es un hombre que, merecidamente, resalta entre otros universalmente conocidos.

             Ludovico Pavoni es un “santo” que ha vivido personal y apasionadamente los problemas más dolorosos de su tiempo, dándose a los demás sin tiempo ni medida.

             Nació en la ciudad de Brescia, situada cerca de Milán, en el año 1784 de familia noble y distinguida y vivió en un momento histórico caracterizado por profundas transformaciones políticas y sociales.

             En el año 1807 fue ordenado sacerdote y renunciando a alcanzar altos cargos eclesiásticos, a los que parecía estar llamado, dada su condición de noble y su servicio como Secretario del Obispo de Brescia (1812) y como Canónigo de la Iglesia Catedral (1818) supo, sin embargo, entregarse con generosa creatividad a quien estaba en la necesidad: los jóvenes, y en especial, los más pobres.

             Para ellos fundó un centro formativo (Oratorio) en 1812; al lado de este centro juvenil fundó su obra más significativa el Instituto de San Bernabé en 1821, para aquellos jóvenes que se encontraban en la necesidad de tener que trabajar para vivir.

             Este Instituto era una auténtica “Escuela y Taller de Artes y Oficios” “donde por lo menos los más desamparados encontrasen acogida gratuita y creciesen con seguridad, educados en una profesión honrada”. Entre las Artes, la más importante fue la Tipografía, que muy pronto se convirtió en una verdadera Casa Editorial.

             Padre Pavoni pensó también en los campesinos y proyectó una Granja Escuela; en 1841 acogió en el Instituto a los sordomudos.

             Para asegurar la continuidad de sus obras fundó en 1847 la Congregación de los Hijos de María Inmaculada (Pavonianos), formada por Religiosos sacerdotes y Laicos, directamente insertados en una única misión a favor de los jóvenes pobres y abandonados.

            Ludovico Pavoni murió el 1 de abril de 1849 en Saiano, un pueblo cercano a Brescia, donde había ido para dar cobijo seguro a sus muchachos, alejándolos del peligro de la violencia y de la guerra que los movimientos revolucionarios estaban causando en Brescia.

            La Iglesia ha reconocido sus virtudes heroicas, proclamándolo “Venerable” el 5 de junio de 1947. El día 14 de abril del 2002 el papa Juan Pablo II lo declararó “Beato”, un paso más para reconocer también públicamente y eclesialmente su santidad.

             Nosotros, los que tratamos de seguir sus huellas, estamos convencidos que la vida de Ludovico Pavoni puede ser hoy un ejemplo válido, especialmente para los jóvenes, y para todos aquellos que buscan la forma de dar sentido a la propia vida al servicio de los más necesitados.