Sobre la centralidad de nuestra Regla de Vida como camino de fidelidad

Queridos hermanos y laicos de la Familia pavoniana:

Os escribo desde Manila, Filipinas, el último País, en orden temporal, al que ha llegado nuestra Congregación, y os saludo también de parte de los hermanos que forman la comunidad que aquí vive y actúa. Les estamos agradecidos y nos sentimos unidos a ellos en esta fase de planteamiento y proyección de una presencia pavoniana válida y significativa para la juventud filipina. A través de ellos el Padre Fundador aquí es conocido y venerado, y sigue incidiendo con su carisma.

Esta comunidad está participando con las demás comunidades de la Congregación en el camino del post-Capítulo, que nos está ocupando a todos nosotros en asimilar y hacer operativa la Programación general emanada del Capítulo general. Estos textos nos cuestionan y nos indican cómo poner en práctica, en el hoy, la Regla de Vida, que se presenta como el proyecto fundamental, que nos hemos comprometido a vivir con la profesión religiosa. La misma Regla de Vida, en su planteamiento de fondo, sigue siendo una referencia inspiradora también para los laicos de la Familia pavoniana.

En esta perspectiva me gustaría compartir con vosotros algunas reflexiones.

 

Comunidad unida en el actuar el proyecto de la Regla de Vida

“A ti que, respondiendo a la llamada del Señor, quieres seguir el mismo camino [del padre Ludovico Pavoni], se te entrega esta Regla como proyecto de vida y guía segura para que puedas, en unión de corazón con los demás, caminar gozosamente hacia el Padre”. Así leemos en el Proemio de la Constitución, que forma la primera parte, la fundamental, de la Regla de Vida.

Se capta aquí el sentido de la Regla, como “proyecto de vida y guía segura”. Si esto es cierto, la Regla de Vida no puede ser para nosotros un texto secundario o poco relevante, sino que representa, seguidamente y junto con la Palabra de Dios, la referencia más importante para nuestra vida, tanto a nivel personal como a nivel comunitario. A nivel personal: “A ti que…”. A nivel comunitario: “en unión de corazón con los demás”. En la óptica del tema del año, cada comunidad de las nuestras se siente unida, pues, a la hora de poner en práctica el proyecto de la Regla de Vida.

La Regla de Vida actual no constituye tanto un conjunto de normas, cuanto un proyecto que nos indica los criterios y los ámbitos sobre los cuales enfocar todas nuestras opciones. La hemos estudiado en el noviciado y la hemos aceptado con agrado como fuente inspiradora de nuestra vida. Para muchos de nosotros era un texto distinto, era uno de los textos en vigor precedentemente. Pero no es esto lo que importa. El texto ha sido renovado, obedeciendo a las disposiciones del Magisterio de la Iglesia. Hoy todos estamos llamados a remitirnos a esta Regla de Vida, que nos comprometimos a vivir con la profesión religiosa, que cada 8 de diciembre volvemos a confirmar. Por tanto, no es facultativo para nosotros el referirnos a la Regla de Vida. Es connatural con nuestra vocación y con nuestra profesión.

Ésta nos presenta el carisma y el espíritu de la Congregación. En ella comprendemos el sentido de la vida consagrada y el modo de encarnar los votos religiosos de castidad, pobreza y obediencia. Nos enseña cómo tender a la santidad, cómo vivir una auténtica experiencia de Dios a través de la oración; una experiencia que hay que traducir en la fraternidad y en la misión. En ella encontramos las indicaciones para realizar un válido camino de propuesta vocacional y de formación, así como para regirnos al desarrollar el servicio de autoridad y al hacer uso de los bienes.

La Regla de Vida contiene un proyecto global, que atañe a cada uno de nosotros personalmente y que abarca toda la comunidad. Un proyecto que expresa el carisma pavoniano, es decir, el modo de llevar a la práctica hoy lo que el Padre Fundador ha iniciado, por inspiración de Dios. Un proyecto que toca todas las dimensiones de la vida, porque tal es la extensión del carisma. Así, pues, un proyecto que no se refiere sólo a la manera de realizar la misión, sino que comprende también el espíritu y el estilo con que vivir la relación con Dios y la fraternidad.

Este estilo nos ha sido transmitido por una historia, que hunde sus raíces sin interrupción hasta el padre Ludovico Pavoni. Nosotros nos hemos insertado poco a poco, a lo largo de los años, en esta historia, que se ha caracterizado por continuidad y transformaciones, hasta la renovación querida por el Concilio Vaticano II. La actual Regla de Vida, cuyo planteamiento de fondo se remonta a 1978, expresa la continuidad de nuestro carisma y, al mismo tiempo, el modo nuevo de traducirlo al momento actual.

 

La puesta en práctica de la Regla de Vida a la luz del Documento capitular, superando la inercia

En los años pasados hemos intentado asimilar el proyecto contenido en la Regla de Vida, pero este proceso no se ha concluido aún, es más, nunca llegará a concluirse; por eso, debe continuar. Se trata de una asimilación, destinada a penetrar toda nuestra vida, personal y comunitaria. Por ello es importante releer y meditar con frecuencia la Regla de Vida y referirnos a ella: para hacer que nuestro estilo y nuestro modo de actuar reflejen el proyecto contenido en ella.

Los otros documentos de la Congregación, que se elaboran periódicamente, están todos ellos en relación a la Regla de Vida. De esta forma la Ratio formationis, publicada en 2007, es un instrumento que nos ayuda a comprender más a fondo el valor y las exigencias de la Regla de Vida. Una ayuda análoga está constituida, sobre todo para los laicos, por el Documento base de la Familia pavoniana, emanado en 2004. También y sobre todo el Documento capitular, que de seis en seis años ritma el camino de la Congregación, representa un estímulo concreto para fijarnos e insistir en algunos aspectos prioritarios de la Regla de Vida, a la luz de la historia y de los avatares humanos que nos tocan más de cerca.

La Regla nos pide una fidelidad verdadera y dinámica al proyecto del Señor, según nuestro carisma; un proyecto que el Documento capitular traduce en el hoy y que está especificado en la Programación general. De ésta derivan la Programación provincial y la de cada comunidad, la programación para los laicos de la Familia pavoniana y también el proyecto personal de vida de cada uno de nosotros.

El riesgo que podemos correr y que debemos intentar evitar, es el de no dejarnos provocar por las solicitaciones de estos textos, que nos remiten a la Regla de Vida y que, por tanto, forman parte de nuestro patrimonio carismático. El riesgo es el de permanecer casi indiferentes, nutriendo una cierta intolerancia hacia cada estímulo nuevo. El riesgo es el de la inercia, o sea, continuar como siempre hemos hecho, descuidados de sentirnos insertos en un proceso de continua conversión o transformación, que está en la base de toda vida cristiana y de toda vida consagrada.

Las interpolaciones, que el Capítulo general ha aportado y que están en vía de aprobación por parte de la Santa Sede, constituirán una ulterior oportunidad para dar relevancia a la Regla de Vida, para hacer que como comunidad nos sintamos unidos y entusiasmados en el compromiso de poner en práctica plenamente el proyecto que contienen.

Con ocasión de las visitas fraternas que efectuaré durante este año, tendré ocasión de verificar lo que el Documento capitular está comenzando a incidir en la vida de las comunidades.

 

El momento favorable de la fase post-capitular y de la cuaresma

En este mes de febrero las comunidades de Brasil y de Colombia inician un nuevo año de actividad. Les dirijo una palabra especial de felicitación y ánimo. Los hermanos de Brasil se reunirán en asamblea durante los días 21-23 de febrero para elaborar la Programación provincial. También los hermanos de España, con la misma finalidad, harán su asamblea provincial los días 21 y 22.

El día 17 se encontrarán en Brasil los administradores locales, religiosos y laicos.

El sábado 28, en Gama, será ordenado sacerdote el diácono José Dos Santos Xavier, por parte del Arzobispo de Brasilia, D. João Braz de Aviz. En la alegría del evento, lo recordaremos de manera especial en la oración al Señor.

Se distribuirá, en este periodo, el número 2 del Boletín interno de 2008.

Hacia el final del mes nos introduciremos en la cuaresma. Que sea de verdad un tiempo favorable en nuestra vida personal y en la vida de nuestras comunidades, para continuar un proceso de auténtica conversión, sostenido por la voluntad de dar concreción a los empeños conectados con la fase post-capitular.

A propósito de esto invocamos la intercesión del Padre Fundador y de la Virgen Inmaculada, “a fin de que nos manifieste también a nosotros aquella delicada atención que demostró en Caná, cuando obtuvo de su Hijo el primer milagro” (RV 329).

Os saludo en el nombre del Señor.

p. Lorenzo Agosti

Manila, 1 de febrero de 2009. IV domingo B.