Hace 6 años, un día como hoy, nos encontrábamos en la plaza de San Pedro, en la beatificación

El 14 de de abril de 2002 fue la fecha elegida para que su santidad Juan Pablo II proclamara beato a Ludovico Pavoni. Casi 300 españoles y colombianos nos pusimos inmediatamente en camino, en avión y en autobús, hacia Roma, para unirnos al grueso del grupo en la ceremonia de la Beatificación. Fue un viaje inesperado, cargado de sorpresas, con muy poco tiempo para prepararlo, pero un un viaje hermoso y lleno de espíritu de familia, de ilusión y de la fuerza del resucitado. Ese año la Pascua fue especial. Nuestras reuniones preparatorias, las llamadas, los contactos, la difusión... fueron rápidas y gozosas, como quien tiene que dar una buena noticia y no consigue callarla.
Los que íbamos a autobús, tuvimos la suerte de pasar por Brescia, rezar en la alcoba de Saiano, acercarnos a los restos de Pavoni como quien se acerca a un resucitado. Todo era ilusión, alegría, fiesta, emoción... En Florencia, alguien oyó por una radio internacional, que Juan Pablo II estaba muy enfermo y que no iba a poder presidir la ceremonia de Beatificación. Era sólo rumores. Allí nos encontramos todos, en la plaza de San Pedro en Vaticano, con las pañoletas, las mochilas, las pancartas... Los sacerdotes nos revestimos en la librería Ancora y fuimos hacia el lugar indicado para darnos las instrucciones. Era el Tercer Domingo de Pascua y brillaba el sol de forma especial sobre nuestras cabezas. Una hermosa mañana de primavera para descubrir los signos del resucitado en esa multitud festiva. Después de las introducciones, los cantos, los testimonios... comenzó la eucaristía. El cardenal Giordano, arzobispo de Nápoles fue quien, en nombre de los demás obispos, hizo al petición al Papa, y a continuación el rito de beatificación. Gaetano Errico, Lodovico Pavoni, Luigia Variara, María del Transito de Jesús, Artemide Zatti, María Romero Meneses... Cada vez que aparecía el nombre de nuestro Fundador, la plaza se fundía en aplausos y gritos. Y el momento más emocionante, cuando durante el rito de beatificación fue descubierta la imagen de Ludovico Pavoni pintada por Bogani. Para los que asistimos a esa ceremonia, siempre será algo para recordar y para actualizar, en cada aniversario.
Para hacer vivo ese recuerdo, añado la monición a la eucaristía que el día siguiente, 15 de abril, tuvo lugar en el altar de la Cátedral de San Pedro, en la misma Basílica Vaticana. Que nos sirva para reproponer y renovar ese camino hacia santidad que juntos recorremos religiosos y laicos:
"Sobre la tumba del apostol Pedro, que Cristo ha querido hacer fundamento de su Iglesia, confesamos nuestra fe en el Padre, de quien procede todo bien; en el Hijo, primicia de los resucitados; en el Espíritu Santo que guía la historia de la humanidad y la convierte en historia de salvación. Venimos de diversos países, hablamos diversas lenguas, pero hoy, aquí en torno al altar, nuestras voces y nuestros corazones se unen en un solo himno de alabanza y reconocimiento. Juntos damos gracias a Dios por el don del p. Pavoni, que ahora podemos venerar como Beato; juntos alabamos a la Divina Providencia que ha dado a su Familia religiosa la posibilidad de crecer y de extenderse, también en medio de dificultades y sufrimientos; juntos queremos recoger la herencia del p. Pavoni, convencidos de que el Señor, a través de la palabra autorizada de la Iglesia, nos vuelve a proponer su pasión educativa como camino de santidad y anuncio del Evangelio a los jóvenes. Al beato Ludovico Pavoni y a la Virgen Inmaculada confiamos nuestras comunidades y nuestras familias; cuantos nos han precedido y aquellos que, estamos seguros, el Señor continuará llamando después de nosotros; confiamos a los jóvenes, esperanza de la Iglesia y del mundo".