Mientras nos acercamos a la celebración del Capítulo general y seguimos con su preparación, retomamos algunos pasajes de la Regla de Vida, que nos recuerdan los elementos esenciales de nuestra identidad y nos estimulan a situarnos con autenticidad en relación con nuestra realidad y frente a las fechas que nos aguardan.
“Dios nos llama a nosotros, Religiosos pavonianos, a renunciar a las esperanzas del mundo y a conformar nuestra vida, en cuanto es posible, a la de Jesucristo casto, pobre y obediente hasta la cruz; y así consagrados, nos envía a ser signos y portadores de su amor hacia los jóvenes, sobre todo hacia los más pobres, a los cuales dedicamos nuestra vida, de acuerdo con el proyecto del Fundador” (RV 11).
Las primeras expresiones de este pasaje de la Regla de Vida son palabras que el Padre Fundador nos dirige a nosotros. Si este texto identifica el núcleo fundamental de nuestra vocación y misión, como religiosos, de forma análoga inspira también vuestro compartir, como laicos pavonianos, el carisma de la Congregación.
Llamada, consagración y misión son los tres elementos básicos de esta definición y constituyen el núcleo central de nuestra existencia.
Dios es quien nos sale al encuentro, Dios es el que nos llama: a la vida, a la fe, a una misión. Antes de darnos cuenta y tomar conciencia de una tarea en esta vida, el Señor ya nos ha precedido. Es más, el Espíritu del Señor nos inspira todo deseo de bien, es el Espíritu quien nos ilumina sobre el sentido, sobre los valores, sobre las opciones de vida.
El Padre Fundador nos lo recuerda y no tiene reparo en contraponer las esperanzas del mundo a la configuración con Cristo. Como telón de fondo, evidentemente hay una referencia al mundo según el lenguaje de Jesús presente en el evangelio de Juan. Con el término mundo no nos estamos refiriendo a la humanidad en general, sino “al conjunto de los hombres que rechazan a Dios y persiguen con odio a Cristo y a sus discípulos”.
Seguir verdaderamente a Cristo, como bautizados y más aún como religiosos, significa tomar distancias de la mentalidad y del estilo de vida de este “mundo”, para revestirnos del modo de pensar y de vivir que nos viene de Cristo y de su evangelio.
Se nos pide una continua conversión, para no dejarnos condicionar por el espíritu del mundo y para poder adherirnos a Cristo y a su proyecto. Es Cristo el fundamento de nuestra esperanza. Nuestra esperanza es Cristo, que abrazó “un género de vida que se expresa en un solo amor, que se entrega sin reservas en la virginidad; en una sola aspiración: hacer la voluntad del Padre; en una pobreza radical: recibirlo todo de Dios y ofrecérselo todo a él. Esta consagración llega a su punto culminante en la ofrenda sacrificial de la cruz” (RV 22).
Solamente una fuerte adhesión a Cristo, en la forma de la consagración bautismal y aún más en la de la consagración religiosa, nos puede permitir y nos capacita para ser “signos y portadores de su amor hacia los jóvenes, sobre todo hacia los más pobres, a los cuales dedicamos la vida, de acuerdo con el proyecto del Fundador”.
El Capítulo general... evento salvífico y celebración penitencial
La cuaresma, que dentro de pocos días iniciaremos, supone un tiempo oportuno y una ocasión providencial para ponernos en la perspectiva que nos indican los textos citados del Padre Fundador y de la Regla de Vida.
La cuaresma es preparación a la Pascua, es tiempo de redescubrimiento del don y de las exigencias de nuestro bautismo y de nuestra vocación. Es tiempo propicio de conversión para que, a través de un camino penitencial, sostenido más intensamente por la escucha de la Palabra de Dios, por la oración y por la caridad, podamos configurarnos mejor con el misterio pascual de Cristo.
En este contexto se inserta muy bien lo que todavía nos recuerda la Regla de Vida, en referencia al Capítulo general. Como “tiempo fuerte de autoconciencia de la Congregación”, el mismo “se convierte en acontecimiento de salvación y celebración penitencial, que nos llama a convertirnos a los caminos del Señor y a configurarnos más profundamente con el Cristo resucitado” (RV 252).
Existe, pues, una consonancia entre la cuaresma y un aspecto de la celebración capitular.
Por eso, se ha pedido a cada comunidad que tenga durante la próxima cuaresma una celebración penitencial específica, porque la plena reconciliación con el Padre y con los hermanos es indispensable para hacer posible y creíble el discernimiento del proyecto de Dios sobre la Congregación. Además, esta celebración debe servir de petición comunitaria de perdón por los fallos cometidos en la puesta en práctica de las indicaciones del 37º Capítulo general.
11 de febrero: centenario del inicio del proceso de beatificación del padre Ludovico Pavoni
Durante este mes se cumple también el centésimo aniversario del proceso de beatificación de nuestro Padre Fundador. En el diario que el Superior general de entonces, el p. José Rolandi, nos ha dejado sobre los avatares de aquellos años, hallamos su deseo de poder fechar el inicio de este proceso el 11 de febrero de 1908, memoria de la Virgen Inmaculada, en el 50º aniversario de la primera aparición de Lourdes. El p. Rolandi pretendía unir estrechamente la persona y la obra del padre Pavoni con la figura de María Inmaculada, y quería poner bajo su especial patrocinio el recorrido del proceso en marcha.
El aniversario constituye, para nosotros, una llamada a dar gracias al Señor por la beatificación del padre Pavoni y a intensificar nuestra oración y nuestras iniciativas, a fin de poder llegar pronto a obtener la proclamación de su santidad.
La circunstancia nos invita también a acentuar nuestro amor a María Inmaculada, viviendo como verdaderos y dignos hijos suyos, y a difundir su devoción, al tiempo que ponemos bajo su especial protección la preparación y la celebración del próximo Capítulo general.
Por estos motivos y con esta finalidad, cada comunidad, junto con los laicos de la Familia pavoniana, está invitada a recordar el próximo 11 de febrero este aniversario, haciendo un gesto particular, como es una peregrinación a un santuario mariano.
Otras fechas a recordar en febrero de 2008
- Junto con toda la Iglesia, el 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor, celebraremos la Jornada mundial de la vida consagrada. Y el 11 de febrero celebraremos también la Jornada mundial de los enfermos.
- Durante los primeros días de febrero se desarrollan en Belo Horizonte algunos encuentros a nivel de las comunidades de Brasil, que culminarán, el domingo 3, con la Asamblea provincial.
En Monza, el lunes 4, tendrá lugar una reunión de los Superiores y Vicesuperiores de las comunidades de Italia.
En Salamanca, del 8 al 10, se tendrá un encuentro de formación permanente para los hermanos y los laicos de la Familia pavoniana de España, bajo el lema: “La misión bajo el signo de la esperanza”.
- El domingo 17, en nuestro santuario de san Antonio en Vitoria (ES), el diácono Nelson Ned de Paula e Silva será ordenado sacerdote por el Arzobispo emérito de la ciudad, mons. Silvestre Luiz Scandian. Con alegría y gratitud lo recordamos ante el Señor en nuestra oración.
- Se distribuirá en este periodo el nº 2 del Boletín interno del 2007.
- Con vistas a la publicación del nuevo Anuario de la Congregación, pido a todos los hermanos que verifiquen los datos que les incumben, contenidos en la última edición de 2002. En caso de que se detecten errores o imprecisiones, os ruego que los notifiquéis antes de finales de febrero, con las debidas correcciones, a vuestros respectivos Provinciales, que luego se encargarán de transmitirlos juntos.
- Al inicio de la cuaresma tendrá lugar el primer turno de votaciones, para elegir a los participantes en el próximo Capítulo general. Para esta elección pedimos también la intercesión de María y del Padre Fundador. Que nos iluminen y sostengan en el vivir con amor y fidelidad “nuestra cotidiana adhesión al querer divino” (RV 108).
Os saludo a todos en el nombre del Señor.
Tradate, a 31 de enero de 2008, memoria de san Juan Bosco.