Desde Manila (Filipinas), el p. Mata nos envía algunas noticias sobre la situación de esta comunidad

Después de seis meses de peregrinar por estas tierras, que antiguamente se llamaban la "conchinchina", sin una idea muy clara de lo que queríamos, sin una casa propia donde vivir, sin una lengua para expresarnos con claridad, sin el calor de los hermanos que han compartido con nosotros muchos años de formación y de vida, hemos llegado a una situación de relativa estabilidad.

Hemos viajado por casi toda Filipinas, de la mano de los religiosos rogacionistas, con los que siempre estaremos eternamente agradecidos. Hemos visitado bastantes comunidades religiosas, que han compartido con nosotros su experiencia. También hemos hablado con muchos obispos, que nos han expresado las inquietudes de la iglesia que peregrina por Filipinas. Poco a poco hemos ido descubriendo que el trabajo mas importante para nosotros es el de formar a los futuros pavonianos filipinos. Ellos serán quienes realmente podrán hacer un verdadero trabajo pavoniano en este país. Sentimos que estamos en sintonía con la Iglesia universal que desea la evangelización de Asia, con la Iglesia filipina que quiere ser ayudada en la formación de nuevos misioneros, y de nuestra familia religiosa pavoniana que desea expandir el carisma por toda Asia.

En este camino experimentamos muchas sensaciones y sentimientos, que se pueden resumir con la palabra "kénosis",algo que nos ha ayudado a configurarnos un poquito mas con Jesucristo, quizás lo mas importante de nuestra misión. Actualmente vivimos en una casa arrendada. Se encuentra en una zona de clase media (los nuevos ricos) de Manila. Esta casa nos ofrece la posibilidad de hacer vida de comunidad y de acoger a jóvenes que quieran compartir con nosotros esta aventura. Ya esta viviendo con nosotros un joven filipino que se llama Efrén. Se prepara para estudiar teología en el Ateneo, la universidad de los jesuitas, que se encuentra a menos de veinte minutos de nuestra casa. Esperamos que otros jóvenes, con la intercesión de Ludovico Pavoni y con nuestro trabajo vocacional, puedan unirse a nosotros en el seminario, y llegar a ser los futuros religiosos pavonianos filipinos.

Con la nueva casa, las distancias se han acortado entre nosotros, por eso necesitamos encontrar nuestro propio lugar en la comunidad, respetándonos y ayudándonos. Esto, sobre todo, porque somos muy diferentes. Soñamos con comprar o construir un seminario, más o menos al estilo de lo que se hizo en Valladolid, pero los superiores mayores han pensado que esos sueños son demasiado costosos, por lo que nos hemos tenido que conformar con algo más sencillo, como es esta casa en arriendo, que no deja de ser cara, pero merece la pena. Seguimos adelante con mucha ilusión y ganas. Estamos buscando un lugar más amplio para un futuro seminario. Por ahora tenemos que llenar esta casa de seminaristas. También necesitamos mejorar, sobre todo yo, tanto la lengua inglesa como el tagalo. Por eso aprovecharemos los cursos que nos ofrezcan las universidades vecinas. Sin esto, es imposible la inculturación y el trabajo apostólico directo con este pueblo. El contacto con nuestra parroquia es bueno.

Todos los días celebramos la eucaristía con la comunidad parroquial. El párroco, monseñor Dan, nos aprecia. Incluso nos invitó al encuentro con todo el clero de la Diócesis. Claro que no es mucho el trabajo, ya que hay cinco sacerdotes atendiendo esta parroquia.

Pensaba contaros muchas más cosas, pero creo que con esto es suficiente. Recuerdos de un hermano que os recuerda y os quiere.