El p. Giuliano Bertoldi nació en Susà di Pergine (Trento) el 17 de agosto de 1946. Estudió de niño en la Villa San Giuseppe de Susà, e hizo sus primeros votos el 8 de septiembre de 1967. Seis años después, fue ordenado sacerdote en Trento. Tras un breve período en la librería de Roma, fue destinado a Génova, donde pasó gran parte de su vida como educador y Superior. En los últimos doce años fue llamado a encargos de mayor responsabilidad, que lo implicaron profundamente en la vida de la Congregación, primero como Consejero general, y después como Vicario y Superior general. Fue el responsable de la Formación permanente a nivel de toda la Congregación, organizando cursos intensivos, con gran satisfacción y participación por parte de todos. Fruto de esos cursos y de su reflexión, tenemos el volumen "La experiencia apostólica de Ludovico Pavoni", un tesoro para la Congregación, traducido también al castellano. En 1994 también le fue confiado el encargo de Director de la Editorial Áncora.
El 21 de enero de 1996 fue elegido Superior general, y el 4 de febrero el señor lo llamó consigo. Regresó en su último viaje a Susà, la Iglesia donde fue bautizado y celebró su primera misa, acompañado de una multitud de parientes, vecinos y amigos, que lo acogieron y rezaron por él, como el día anterior lo habían hecho en Tradate. Descansa en el cementerio de Susà a la espera de la resurrección.
Dios regaló al padre Giuliano una ingeligencia aguda, perspicaz, capaz de análisis profundos y de síntesis precisas; una inteligencia que pedía como exigencia absoluta la claridad. Sabía "abrir los ojos a la verdad y permanecer en ella" (CP 275). Tenía también un corazón sensible y el gusto por hacer las cosas bien: sus capacidades abarcaban todos los campos, desde el humanístico hasta el técnico, desde el especulativo hasta el más inmediatamente práctico.
P. Giuliano recibió con seriedad a los dones recibidos. Era este uno de los componentes más evidentes de su personalísimo estilo de vida: una seriedad equilibrada de sabiduría, que era potenciada por su constumbre de "discutir con Dios" en la oración prolongada los problemas y soluciones.
El vértice del don y de la respuesta del p. Giuliano fue la "paternidad": una paternidad experimentada como Superior en Génova, madurada con el amado ejercicio del ministerio sacerdotal y llegada a plenitud cuando el Capítulo lo eligió Superior general, y por lo tanto padre de la Familia pavoniana. Esta última etapa de la vida el p. Giulaino la vivió con intesidad y tranquilidad, como un alba luminosa que promote un día radiante.
El día radiante llegó para él muy pronto; humanamente demasiado pronto. Su muerte tiene también alguna analogía con la de Ludovico Pavoni, que el p. Giuliano estudió y amó en profundidad, imitó su laboriosidad, su amplitud de miras, su abandono a la Providencia. Ahora a los dos los sentimos fraternalmente cercanos. |